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(CC) San Jose Library/Flickr |
7 de julio de 2011
Never let your stories end.
16 de junio de 2011
El síndrome de Moctezuma
¿Qué no he visto a mis años? La gente de ahora cree que por verme todo el tiempo encerrado en mi recámara no conozco lo que hay fuera, que soy ajeno a cómo son las cosas hoy en día. Que soy obsoleto, inútil, viejo.
¡Ah pero si supieran lo poco que cambian las cosas! Sí, la ropa no es la misma; ni las frases, ni la música, ni las cosas de la vida diaria. Pero esas no son más que trivialidades. Debajo de todo ello hay características mucho más profundas. Una especie de códigos que los definen a todos y a cada uno en lo quieren, lo que temen, lo que creen bueno y malo. Verdades tan sencillas que todo mundo conoce pero pocos pueden mencionar: el tipo de cosas que uno percibe sólo cuando han pasado los años y voltea hacia atrás.
Para muestra un botón. Cuando el Distrito Federal se llamaba Tenochtitlán y Moctezuma era el emperador más conocido y odiado de Mesoamérica, unos «castillos flotantes en el agua impulsados por nubes» llegaron a las costas por donde sale el sol y de ellos bajaron «seres de cuerpos resplandecientes y armas capaces de escupir fuego». Luego el emperador supo que venían de un imperio allende los mares y que su líder quería conocerlo. He ahí el gran problema: ¿cómo tratas a unos seres que parecen salidos de un mito y que nadie sabe realmente qué o quienes son?
5 de mayo de 2011
Filtración enemiga
¿Y si en realidad las cosas no son como parecen?
MX050511: TRADUCCIÓN DEL MENSAJE INTERCEPTADO DE FILAS ENEMIGAS.
General,
Sirva la presente para informarle de los avances realizados por nuestras unidades especiales y de inteligencia. Como ha venido sucediendo desde hace ya casi 150 años, el cambio de estrategia producto de aquél penoso incidente de nuestras fuerzas armadas (que tan impecablemente nuestros historiadores han sabido disimular) ha rendido mejores frutos de los esperados. Es por ello que tras la inspección ordenada en cada uno de nuestros efectivos encubiertos le propongo la siguiente descripción de acontecimientos.
Definitivamente la mejor decisión fue dejar nuestra huella genética. Tras aquella corta estancia de nuestras tropas en el puerto de Veracruz surgió un pequeño grupo de mexicanos con rasgos franceses que remarcaron ese gusto por la belleza europea. Quien diría que un detalle así de insignificante ayudaría a dividir hasta estos días a una población en «güeros» y «prietos». Sin duda un movimiento clave para la monarquía que posteriormente habría de instaurar Napoleón III a través de Maximiliano y Carlota.
De la noche a la mañana la (supuesta) ascendencia española o francesa se volvían fundamentales para pertenecer a una aristocracia con tanto fundamento como la segregación racial lo permitía buscando siempre ocultar los rasgos propios para dar lugar a los europeos. Todo un caso la incipiente corte de la nobleza mexicana, sólo superada por las damas de compañía de Carlota.
De la experiencia aprendida en ese exitoso experimento fue que surgieron las claves para controlar el sistema desde dentro. No habría necesidad de nobles extranjeros con debilidades humanistas; en su lugar un brazo de hierro hábilmente adoctrinado a servir a los más altos ideales de una cultura que engendraba a cada paso el progreso. Porfirio Díaz parecía ser el culmen de nuestro proyecto. Maquillado y vestido para emular hasta el extremo nuestros usos y costumbres, impuso un gobierno que nos favorecía, construyó copias de nuestros edificios y monumentos, participó de nuestros eventos. Más su final tenía que llegar algún día. Luego de años en servicio mereció la Legión de Honor que se le confirió y la muerte en nuestro suelo.
26 de abril de 2011
Los beneficios de lo barato
A la vista de la mayoría de las personas que los conocían, los Coapa eran una familia pobre. No hacían más que comprar cosas baratas. Los niños desde muy chicos lo habían aprendido, las marcas no sirven más que para buscar mejor la imitación que más se le acerque. Pese a ello no eran infelices. Habían aprendido a divertirse con lo que otros niños se sentirían tristes. Sin duda Arturo y Margarita eran niños especiales.
El de ellos era un mundo donde nunca sobra pero siempre se busca que haya suficiente. Donde hay que restringirse para sobrevivir y en el proceso se dominan los vicios. Un medio donde la escasez ayuda a valorar y priorizar, donde pensar en ahorros es pensar en los demás.
Como cualquier ser humano aprendieron las nociones de bueno, malo, peor y regular en los términos de lo que conocían, no en términos absolutos. Para ellos cada producto era como una relación de complicidad con el fabricante. De la misma manera que él tuvo la delicadeza de preocuparse por ellos con un producto a su alcance, los niños alababan cada pequeño detalle comenzando desde el empaque. Se trataba de apreciar los detalles de quien piensa en los que nadie piensa, de hablar el lenguaje sutil de las diferencias, de las carencias.
13 de abril de 2011
Indignado.
Realmente estoy indignado. No porque de tanto repetirse la tragedia, hasta haya podido ser representada; sino porque algo tan importante se haya vuelto para muchos en solo eso, una simple representación. Algo bonito y favorable que hacer por uno mismo, para que hable bien de la nula consciencia colectiva de la que algún día se pueda uno servir.
¿Pero qué se le puede pedir a un montón de personajes que fieles a la vieja usanza, o simplemente demasiado estúpidos para siquiera entenderla, continúan las mismas absurdas mañas? ¿Qué cambio puede pedirse en un par de posiciones que desde hace generaciones no hacen más que reforzarse? Como el aplauso monótono y forzado: así suena la conciencia hueca de quienes viven una existencia superficial y adicta a la parafernalia hedonista.
¡Sigan disfrutando de los signos corrientes que los esclavizan como en otros tiempos hicieran los espejos y cuentitas!
Esta vez lo he visto mucho más claramente. Aislado de las influencias usuales y ante el escrutinio de quien no conoce, pude distinguir las famosas dos caras. La blanca y la morena, la estoica y la emotiva, la grave y la quimérica.
1 de abril de 2011
Como en el primer día.
Tal vez lo encuentres próximamente o ya lo hiciste sin saberlo. Un viejito que suele subirse al autobús que va directo al centro comercial. Un poco encorvado, casi nada, con la mirada perdida pero una ligera sonrisa dibujada. Siempre intenta ir de pie y durante los primeros cinco minutos lo logra, aunque luego tiene que pedir un lugar para ir sentado. Sus rasgos aunque cansados aún muestra un rostro redondo y en otros tiempos atractivo. Su ropa parece ser la adaptación libre del clásico juvenil: pantalones de mezclilla con tenis y una chamarra café de piel que se volvieron pantalón de mezclilla con zapatos y una chamarra de gabardina.
No lleva bolsas, ni un periódico, ni siquiera una cartera; sin embargo siempre baja frente al centro comercial y se pasea. No mira los aparadores, no le interesan las ofertas, simplemente ve a las demás personas.
Alguna vez bajé con él y le pregunté por qué hacía lo que hacía. Me dijo que no hace mucho tiempo allí conoció a una chica tan bonita y agradable que casi instantáneamente se enamoró de ella. Todo le gustaba, su cabello castaño que apenas se ondulaba, la sonrisa de niña tierna que combinaba perfectamente con los ojos miel que cautivaban, las mejillas siempre rosadas, la actitud siempre espontánea. Tanto fue su interés que le pidió a su amigo Ernesto que hiciera lo posible para conocerla. Luego de muchas vueltas y algunos tropiezos el pobre pero leal amigo no logró su cometido, pero al menos pudo averiguar cómo se llamaba. Aquella chica era Angélica.
31 de marzo de 2011
¿Y si hubiera…?
Vamos, es natural. Después de algunos años te preguntas qué hubiera pasado si en las decisiones que más trabajo te costaron o los sucesos que más te marcaron hubieras decidido de forma diferente. Es como tener muchos guiones incompletos con los que escribir nuevos personajes, para luego reencontrarte con ellos es una especie de reunión orgullosa y egoísta que irónicamente resulta placentera.
Lo que es peor, sólo hace falta un estímulo minúsculo para en seguida dejarte llevar a recordar. Generalmente basta con tener noticias de alguien que actuó de manera diferente o quien te acompañaba en ese momento. Ahí es cuando caes en la cuenta de que el tiempo realmente pasa. ¿Fue acaso ésa y solo ésa la decisión responsable de que los antes compañeros ahora se encuentren tan distantes? O es la suma de decisiones que se desencadenaron después? De cualquier manera ahora se pueden apreciar los resultados, con todo lo bueno o lo malo que estos pueden significar, pero sobre todo con la diferencia abismal entre lo que ahora eres y lo que pudiste ser.
Luego de un brevísimo resumen de los hechos (al mas puro estilo de un noticiero o programa deportivo) regresas a la emoción de esa eterna duda binomial: ¿sí o no? ¿Qué? muchas cosas. Le digo, me subo, lo dejo, lo hago, lo rechazo, voy o lo cambio. En este caso digamos que es una combinación “le digo, lo hago y voy“. Con el resultado ante tus ojos puede que cambies de opinión; puede que finalmente conozcas algo que siempre supusiste y que te hará sonreír o llorar; puede que te preguntes incluso si aún no es demasiado tarde como para dar marcha atrás. Lo cierto es que no serán las mismas condiciones, que no habrá los mismos resultados y que la ilusión de determinismo empírico simple es en realidad la nostalgia por una oportunidad pasada que precisamente ya no volverá.
23 de febrero de 2011
¿Cuánto?
3 de enero de 2011
Arquetipo maternal
Como olvidarlo, en medio de toda la violencia y la desconfianza decidió aceptarme. Hasta la fecha no me queda duda que hubo quienes intentaron persuadirla de lo contrario, sin embargo creyó en mí. Un pobre muchacho cuyo mayor aporte era apoyar en los pequeños trabajos que podrían surgir.
Una vez dentro, no había límites ni reglas explícitas a seguir. Sólo la presencia de mi benefactora bastaba para indicarme instintivamente lo correcto y lo prohibido. Más aún en aquélla casa de paredes anchas y ventanas altas reinaba una silenciosa calma que poco a poco fue domando mi maleado espíritu. Los deseos impuros se transformaban en iniciativa de trabajo. Las ideas ofensivamente revolucionarias tomaban su cauce apaciguando todo el ruido que traía del exterior.
A decir verdad la misma casa se prestaba mucho para tal efecto.
27 de octubre de 2010
Te lo agradezco
Es increíble lo bien que me ha hecho tu ausencia. Contrario a lo previsto, tenerte fuera del alcance ha teñido el ahora de un rosa grisáceo bastante placentero. Simplemente no hay problemas. Quizás sea una curiosa coincidencia, quizás sea la verdad.
De cualquier manera agradezco a la filosofía, de no ser por ella no hubiera sido capaz de separar al ideal de ti, su más próxima candidata. Maneras nunca practicadas de conocer y controlar los sentimientos, ofrecen más caminos que la simple e inicial descarga de coraje. Es agradable llegar a un estado en donde prevalece el “pudo haber sido pero no hay problema” sobre el “algún día podrá ser porque tengo las pruebas”.Vivo y decidido, al fin acepto que el poder es una fuerza que nunca tuvo necesidad de ser remplazada.
Aún así tengo pendientes al menos un par de deudas. Afortunadamente no requieren de tu presencia. Espero pronto cumplir con el relato que mi alter ego biógrafo muere por tener, un capricho anecdótico que recoja los fragmentos de un sueño atrasado. Pero antes debo de cumplir con tradiciones y evocar a la muerte chusca e imaginaria, la misma que se suscitó al, diría perderte, pero elijo separarme.
Ya no eres la prioridad en la lista, la crónica se ha vuelto reliquia. Disfruta tu elección acostumbrada, la que negaste tanto tiempo sólo para ocultarla. De mi parte sinceramente te pido alejes a la mariposa que pertenece al bosque cautivo, un ambiente que en nada se parece a esta nueva y libre comunidad de esperanza.
Recuerdo de mi epifanía, hipotética luz que guardaría la calma: te agradezco que te hayas ido y me dejes construir la misión encomendada.
30 de junio de 2010
Nuevo significado pluvial
Llueve y el viento arrastra violentamente las gotas que invaden cada espacio. Pese a ello la atmósfera es cálida y pequeña… En el acuerdo tácito que se ha convertido este pequeño espacio y tiempo se suceden pensamientos frágiles que sufren aún intentando expresarse.
El frescor inusitado en medio del verano sirve de pretexto, uniendo un par manos diferentes de manera tan fácil y perfecta que parecieran haber esperado este momento. Lejos están los problemas y agresiones: Como en el lecho nocturno que poco a poco apacigua la mente al final de la jornada, ese instante sólo permite una intimidad exenta de morbo.
Si pudiera seguirte abrazando…
Ahora el cielo está iluminado y el viento en calma. El agua corre tranquila por la escalinata que le pertenece y contrario al vendaval de ayer, hoy no hay rastro de ese mundo efímero que eres tú. Pienso en el mal implícito de todo aquello, permitido y querido, a pesar de los férreos intentos de ética social. Tal vez fue una explicación distinta al discurso formal, o el error irracionalmente predecible que ponga ritmo al moribundo deceso. Quiero que sea lo que debe ser, sin los tintes personales ni deseos profesos.
Quiero protegerte vanamente, por que así recuerdo el significado de conjunto y me protejo a mi mismo.
Quiero cuidarte como se cuida al descendiente sanguíneo, con la ternura y caridad a las que voluntariamente esquivo.
Quiero vivir en esa fantasía de realidad que se opone a todo lo que entiendo, aun cuando sólo diciéndolo entiendo que es imposible vivirlo y prohibido quererlo.
Hoy volverá a llover, me lo ha dicho el viento. Más no será para gestar ese mundo imaginario, sino para intentar encontrar el gusto lánguido en cada gota que perciban mis sentidos. Soñaría una vez más en un futuro paralelo, pero creo que ha sido suficiente el daño.
Si quieres llegar rápido ve sólo, si quieres llegar lejos ve acompañado.
6 de febrero de 2010
Luz en el vacío
-¿A qué le tienes miedo Roberto?
-Roberto, ¿me puedes decir por qué escribiste esto?
3 de diciembre de 2009
Secreto rejuvenecimiento
Con el frío invernal que cruza de extremo a extremo el bosque, todo ha cobrado un tono pálido, recordando más las épocas pasadas. Cada tronco y rama, cada nido y hojarasca, todo es parte de su sueño. ¿El dueño? Un muchacho joven y ordinario, de mente soñadora y espíritu intranquilo. Un vástago inmaduro de muchas o pocas palabras, según sea el caso. Un joven llamado Leonardo.
Deambula entre los árboles que a la luz del atardecer cobran tonos cálidos y embelesantes. Tan sólo anoche oyó la voz cautivadora que ahora lo acurruca. La encuentra entre el silbido del viento por las hojas: lejana aún, pero a menor distancia. Un sueño tan intenso que ha perdido noción cuándo esta dormido o despierto.
Es como si ya hubiera sucedido: todo cuanto percibe y hace, parece producto de un libreto por alguien más escrito. Al vivir, recuerda y al soñar, despierta. Si en esa ilógica noción hay locura, será entonces que la razón más alta llega aún después de la cordura.
Sabe que lo que hace es equivocado, que su camino es maldito y criticado. En su pueblo parientes y amigos le han advertido, pero ni el peligro profundo del bosque inhóspito, le hacen retroceder y dejar de buscar la fuente de su deseo.
Desde algún rincón oculto del paraje, la creatura le susurra “'¿Quién eres?” “¿En verdad me quieres?”. Sólo con esas frases él la sigue. Sin más fuerza que las propias de su cuerpo, ni más soporte que el de un corazón crédulo, Leonardo atraviesa áreas tupidas y claros desiertos. Ciego en los ojos, pero claro en el sentimiento, no teme a la muerte que signifiquen su confusión y exilio.
Sabe quién lo llama aunque no la haya visto. Sus ojos y facciones son desde siempre conocidos, y más que un encuentro busca una visita. Una vez que lo ha aceptado todo, el muchacho imagina que esto no es más que la continuación de un tiempo muy lejano. Una época donde no reinaban los humanos, ni la vida tenía tanto sufrimiento.
Este tipo de evento para ser extraño debe ser ajeno. Sin embargo encuentra en cada rincón la mirada esquiva de la que de antaño ha sido su musa. Pareciera que en aquel entonces mítico y olvidado, la pareja dejó huellas de su conocimiento, y así, cuando sus recuerdos se hayan desgastado, la fragancia, la vista y el tacto conocidos les refrescarán el romance de curso inacabado. Los pájaros, al volar, dibujan el trazo del viento que los rodeaba al encontrarse. Los rayos del sol, cual amanecer solemne, devuelven a la memoria el júbilo de un amor puro en un mundo impecable. Cuando todo era nuevo y la melodía recién adquiría su nombre, las notas se conjugaron en singular compás para dejar entre el follaje la canción secreta de los enamorados.
Siendo quien es, se siente diferente. Con la presencia en mente de aquél ser, brota de nuevo la verdadera naturaleza de Leonardo, la que está cautiva en el cuerpo y mundo humanos. De pronto, ya no responde a más conceptos del hombre, ni a los pocos saberes que en este tiempo se han redescubierto.
Anda así por largo rato, convertido en algo diferente, hasta que en la orilla de una ladera inclinada ve de nuevo a la siempre joven y bella: a la mujer y a la niña.
En ese momento el tiempo se congela, la brisa se detiene y ese instante que comprende una parte insignificante del cosmos pleno, se vuelve lleno e importante. Nada ni nadie en todo el mundo pudo ser indiferente al impulso de los corazones contentos. Una vez más, luego de varios milenios, el amor se ha renovado, y como marca el relato, la naturaleza ha sido su seno.
4 de octubre de 2009
Canción irresistible
Al ritmo melodioso de un piano bohemio la voz acaramelada de Victoria llenaba el salón tenuemente iluminado. Entre la humareda de tabaco y el alboroto de la noche abarrotada, su canción incita efímeras pasiones, alimenta nuevas llamas con las cenizas de su propio querer.
Con cada palabra le canta al sonido que le acompaña y al hombre que la dejó. Embotada con su sentir, emana de ella una pasión embriagante. Busca en la oscuridad de los rincones más aislado la mirada de su inspiración. Soportando el dolor de su corazón solitario entona estrofa tras estrofa.
Encantada de sentir un dolor previsto, humildemente reconoce la cruda verdad que aún no se ha anunciado. Siempre que le busca, evade sus llamados. Al entregarle el fuego de su ardiente deseo sólo logra cosechar tibias respuestas. Aún con ello no se limita y en su lugar deja desbordar el torrente de sentimientos: cabellera larga y ondulada que cual velo oculta los provocativos ojos que se jactan de sus nutridas y largas pestañas. Los rasgos latinos realzados con rubor y sombras carmesí, a tono con su vestido intenso y radiante. Tez prístina y morena, marco perfecto para sus labios dibujados con un pincel sobrio y cautivante que suavemente liberan su esperanza y su dolor. La sola visión hipnotiza a más de un caballero que como ella esta perdido en dilemas de amor.
Con la música cuenta su historia, con las notas libera su preocupación. Deja su vida en el escenario. Con el último compás explota una avalancha de aplausos de un público que se dejó conducir por su voz. Una vez más el arte ha curado un afligido corazón.
24 de septiembre de 2009
La concreción del sueño
Son las 7 de la mañana en el distrito comercial de Paris, la fría atmósfera es apenas perceptible por los profesionistas que como manifestantes de una procesión poco bulliciosa, van entrando a cada uno de los rascacielos de la compañías a las que pertenecen. Unos mas adormilados que otros, la mancha deforme de trajes oscuros es absorbida en cuestión de unos minutos.
Entre ellos, una joven ejecutiva de nombre Cécile avanza apresuradamente en un acto completamente mecánico memorizado a base de repetirlo día tras día. Detrás del gris de sus ojos ausentes se pierden decenas de pensamientos que constante se arremolinan y confunden, nublando la claridad de su dueña.
Al llegar a su oficina, la luz intensa que inunda el espacio desde las ventanas la hace regresar a la realidad. Debe concentrarse, existen al menos tres proyectos de vital importancia que se encuentran a la deriva esperando una solución, una solución que ella y nadie más debe dar.
Comienza su jornada, pero ni el café ni la inusual calma logran concentrarla. Las ideas que desde la madrugada se apoderaron de su mente se niegan a soltarla.
¿Cómo convencer a quien en sus cavilaciones profundamente se encierra de salir y disfrutar de las amplias ventajas de una vida llena de libertad y virtud?
Desesperada, suspira fuertemente y se asoma a la ventana. En la explanada frente al corporativo, un joven fotógrafo sueña entre las esculturas, buscando el ángulo perfecto para atrapar la esencia de esa nublada mañana. Rodea cautelosamente la estructura, como un quien cortejara a su cortesana, sonríe ante las posibilidades, inventa escenarios perfectos y terribles, apunta por un momento… y dispara. Una, dos y tres tomas. Para ese momento, Cécile ha dejado el edificio y va al encuentro de su libertad.
La suave brisa del viento le recibe al cruzar la puerta principal. A unos metros está el fotógrafo, ensimismado en la ilusión óptica que intenta desenterrar. Tal vez una vuelta más le dé la solución. Cécile, que para ese momento conoce bien la forma en que opera, sopesa sus opciones y elige sentarse silenciosamente en una banca cercana a espaldas de él.
Ofreciendo abrir esa puerta al mundo vasto y desconocido a través de un plan sistemático que brinde la confianza necesaria pero no limite la espontaneidad requerida. Fusión de estilos e ideas que trasformen lo opuesto en homogéneo.
Él sigue dando vueltas, imagina una escena de admiración y simpleza y gira espontáneamente mientras se arrodilla para conseguir la vista que deseaba. Es entonces que surge el la chispa.
Es por eso y ahora más que nunca que el amor es libertad, interpretado en el sentido más antiguo y original de la palabra.
Una sonrisa ligera que se filtra por la lente, resulta en otra que se dibuja en el rostro de quien la sostiene.
La posibilidad de elección asumiendo consecuencias, aun si no parecen existir los medios para realizarlo.
Sin pensarlo, aprieta el disparador y atrapa ese instante de intimidad anónima. Como por magia, su cara se ilumina, se mueve rápidamente a la derecha y vuelve a fotografiar.
Un voluntario construir felices recuerdos en el marco de un virtuoso sendero. Una invitación que no forza sino provoca, una presencia que no envuelve sino atraviesa.
-¿Por qué me tomaste una foto? ¿Qué no querías una toma de “las flores”?
-Así es.
- ¿Y entonces?
-Que venga por una estética en especial no significa que no pueda capturar alguna otra más… personal.
-¿Soy entonces una obra más para demostrar tu técnica?
-En realidad, eres el preludio de toda una nueva forma de expresión.
He ahí la unión de los caminos. La forma del marcaje, de la creencia, la concreción del sueño en trazos firmes y rectos.
30 de agosto de 2009
Constructo editorial
Una tarde despejada, estaba el escritor batallando para darle forma a su historia. El constante sonar de las olas, que claramente entraba por el ventanal que alumbraba sus despacho en vez de relajarle parece lavar cualquier intento de dar forma y coherencia a sus ideas.
Los temas como de costumbre son variados, las formas son las que están escasas. En medio de la confusión de un mar algo picado, los colores y las ideas se revuelven unas con otras, dando tonos grises y poco homogéneos, dejando incertidumbre en la paleta de un artista que aún anhela plasmar su mejor cuadro.
Debe llevar el azul de los nobles caballeros, símbolo de elegancia y frescura, que siempre jura a los ideales más altos, que siempre compromete a la formalidad de sus votos. Un valeroso y diestro caballero, andante por llanuras y montes aún buscando su causa, carente de un pañuelo que le recuerde a su lejana musa. Sencilla y cotidiana, voluble a los acontecimientos tan solo por su emotividad que ruega ser expresada. Con su aroma al viento pareciera conducirlo, pero al final termina perdido, embrujado por la mezcla de un bosque que le hace perder el rastro de su amada.
Un poco de guinda es también importante, un tono intenso y estimulante como el que tiene aquella vecindad perdida en los caminos de una ciudad antigua. Fuerte es el pesar que se percibe entre las paredes, producto de sus habitante que día a día enfrentan el mismo problema. ¿Cómo dejar de estar en el borde de un abismo? ¿Cómo empezar a creer que esta vida nos incluye a todos? ¿Como soñar con un mejor mañana, si día tras día el guinda de las paredes nos recuerda la cruel tiranía? Ruegos cautivos que no escapan a la pesadez del ambiente, ruegos que algún día serán escuchados…
Un poco de destellos dorados, de esos con los que el Sol atrapa recuerdos, los mismos que luego usa para forjarlos. Rayos áureos que evocan una vieja época hermosa de la que solo queda su nostalgia. Toques de un atardecer que en sus luces contemplan la posibilidad de un beso, un suspiro, un abrazo o una frase susurrada. Cuando menos lo notan, la corona de haces crece a lo largo del horizonte y así culmina la gloria de una creación perfecta.
Tal vez blanco, si el matiz así lo quiere. Un blanco que su sencillez y pureza refleje los colores que le asemejan y contraste los que más se le alejan. Un claro que en la nada de su fuerza, pierda los esfuerzos de quien comprenderlo intenta. Misterioso y tan fijamente claro, un color enigmático que haría la combinación perfecta, de no ser que no sea aquello lo que desea.
En su conjunto, y como las notas de una composición sublime y excelsa, irán formando escenas, pequeños fragmentos de una realidad poco conocida. Con suerte y un poco de paciencia se les irán uniendo nuevos tonos, y así podrán ir construyendo la visión dulce y confortadora que halague a los ojos y alimente el alma. Por que aunque una de las tonalidades puede convertirse en la dominante, es solo con la diversidad de una paleta llena que surgen las obras de arte.
Ya con la mente más lúcida, al escritor se le reducen las opciones, le aumentan las máscaras. Tal vez mañana con un mar más tranquilo, tal vez mañana con una brisa en calma…
Y deteniendo los arreglos musicales que le acompañaban, soltó la pluma y se fue a la cama.
6 de agosto de 2009
Lluvia de burbujas azucaradas
Imagen de ben matthews :::
En la cima de un cerrito había una casa blanca en la que vivía una niña de inquieta imaginación y rosas mejillas. Siempre acostumbrada al campo, había aprendido toda suerte de oficios y artes. Podía cocinar mientras bordaba, arreglar el jardín mientras decoraba tarjetas o hacer un arreglo floral mientras escribía un poema. Con tantas habilidades y una sonrisa propia de la chiquilla traviesa que era, la gente del pueblo al pie del cerro le apodaba “Doñita”.
Los fines de semana por la mañana, bajaba a pasear y saludar a los pueblerinos, contando muchas veces historias inventadas y anécdotas de las cosas que pasaban en la cima, como la forma de las nubes y la vez que un borreguito y su perro se durmieron juntos. La gente se juntaba en la plaza para oírla y luego darle cosas que necesitara.
Pero en aquellas tierras no sólo los humanos habitan, sino que duendes y angelitos deambulan y visitan los pueblos de vez en cuando para hacer travesuras o dejar regalos.
Uno de esos días, uno de los angelitos entró a la aldea de “Doñita” y oyó sus cuentos. Incluso cuando se le acercó, Ella le regaló una galleta.
-¡Toma! Es un hombrecito sonriente... ¡Como tú!
Cuando se despidió de todos para regresar a su casa, el angelito la siguió y al ver lo tierna y hacendosa que era decidió darle un don especial.
Junto sus manitas, soplo entre ellas y apareció un frasquito con un líquido claro y brillante. Mientras “Doñita” dormía se lo dio a beber y a partir de ese día todo lo que imaginara se cumpliría.
Así, hubo una vez en la que se imagino cómo sería jugar con todos los niños del pueblo si cada uno tuviera un juguete. Al poco rato empezó a llover, pero no era una lluvia como cualquier otra, era una delicada brizna de burbujas que poco a poco bajaban sobre el pueblo y al reventarse de ellas surgía un juguete. Pronto había en las calles, a las entradas de las casas y sobre los tejados suficientes juguetes para cada niño. Presurosos subieron por la “Doñita”, y esa tarde el pueblo se llenó de sonrisas y correteos.
Luego durante el otoño, el viento arrastraba las hojas a lo largo del pueblo por entre las calles empedradas. Era tal la fuerza con que soplaba que no había persona que no sintiera un frío intenso durante la mañana. Entonces “Doñita” pensó como sería si pudiera convidarles a todos el chocolate caliente que preparaba para calentarse. Espeso y concentrado, con un bombón que se iba derritiendo, era tan reconfortante que no había necesidad de cubrirse.
Y entonces volvió a llover.
Tazas aparecían en los bordes de la fuente, sobre las bancas de la plaza y en las banquetas de las tiendas. Niños y adultos bebían alegremente la mezcla de chocolate y malvavisco que se derretía mientras se bebía y ni el viento más fuerte pudo enfriar la calidez que se respiraba ese día.
Muchas veces la “Doñita” imaginó los mejores regalos para la gente de su pueblo, aunque no por ello se volvió distinta. Le agradaba soñar que así algún día crecerían más flores, vendrían a cantar más aves y el sol nunca se ocultaría dejando jugar a todos los niños y trabajar felizmente a todos los adultos.
Pasaron los años y “Doñita” creció, la gente del pueblo fue migrando a las ciudades y la naturaleza borró el rastro de la mano humana. Sin embargo aún hoy, de vez en cuando llueven las mismas burbujas que “Doñita” provocaba. Los viajeros que llegan a cruzar el paraje aseguran que son tan dulces como un algodón de azúcar, pero mucho más divertidas.
27 de julio de 2009
La Corte de los Tontos
Imagen por Mr.Jesce Photographer
Con el paso de las épocas siempre existen relatos perdidos, trozos de historia que por temor o por vergüenza la gente prefiere ocultar. Hubo una época en la que reyes, caballeros y castillos dominaban los paisajes boscosos de Europa. Feudos en los que un solo hombre poseía el control de objetos y personas por igual. Más no en todos los lugares era así: Sucede que en una aldea al sur de Francia, se vivía una realidad diferente.
Ahí el señor feudal, desde lo alto de su castillo, dominaba el valle donde su villa, aún sin nombre, crecía lenta pero vigorosamente. Como cualquier noble, exigía un tributo a sus vasallos, que ellos sin ningún problema podían satisfacer. La verdadera autoridad ahí era un consejo de pobres mendigos sin más poder que el de su locura y sus especiales habilidades. Eran la Corte de los Tontos.
Sus miembros se reunían cada primera noche de luna llena en un establo para discutir los asuntos de la villa mientras trenzaban las crines de los caballos que montaban. Curiosamente sus ideas siempre se cumplían gracias a sus “habilidades”: Uno, el fuerte, nada más gruñir todos le obedecían. La más joven de ellas, tenía una belleza tal, que no había aldeano (o guardia) que se negara a cumplirle sus caprichos. Otro de los hombres, era el ladrón perfecto, y es que tenía una astucia tal que pareciera que la víctima de sus crímenes fuera él. El otro hombre gozaba de una popularidad entre los habitante que ni su apariencia, ni sus nulas posesiones y logros justificaban, pese a ello nadie le negaba ayuda y atención. La presidenta era el caso más interesante de todos, pues ella sería una pueblerina común y corriente de no ser por su locura y por una suerte monumental que desde recién nacida la ha acompañado.
Una de tantas noches, la corte se reunió a deliberar sobre temas de suma importancia como lograr que una gallina recorriera la villa entregando pequeños recados y paquetes (aunque nadie supiera leer). Claro, el problema estaba en la dificultad de la gallina por recordar que calle ya atravesó y cuál no. Además su agenda consideraba dictaminar el procedimiento para terminar con una amistad. Fue este tema, más que el de la gallina, el que consumió el mayor tiempo de esa noche.
-“¿Pero para qué quieres terminar una amistad?” preguntó el popular. “¿Acaso te ha resultado demasiado caro saludarle en las mañanas?”
-“No creerás que siempre acertamos en nuestras elecciones con personas ¿o si? ¿Qué tal si las cosas no resultan como se pensaban?” dijo el astuto.
-“¿Tan pronto hablando de tus experiencias?” Dijo la bella. “Espera a que lleguemos a tu ajuste de cuentas con el mercader.”
-“¿Pero quién ha hablado algo sobre objetos?” respondió. “Aquí lo que sucede es que simplemente una persona…”
-“Que no eres tú” dijo la suertuda irónicamente.
-“Si claro, que no soy yo, ha decidido que es mejor alejarse de otra.” terminó el astuto.
-“No sea que después le acuse…” susurró la bella.
-“¡Que no he sido yo!”
-“Bien, que no has sido tú, la causa poco tiene que ver con la forma. ¿Ideas?” preguntó la presidenta.
-“¿Que soy el único que cree que un golpe zanja el asunto?” gritó el fuerte mientras arrancaba unos cabellos de su pobre caballo.
Todos menos la bella respondieron “Sí” , razón por la cual tras miradas sorprendidas incluso del fuerte, se hizo un largo silencio hasta que la presidenta dijo:
“Alguien dígale al tabernero que necesitamos algo de vino, con un barril será suficiente… ¿Alguien ya trenzo medio caballo?”
Luego de medio barril consumido, las ideas menos violentas comenzaron a surgir.
-“Bueno, ¿y si solamente le dejara de hablar? Tal vez tuvieras que evadirle un poco, pero ¿qué mas da?” dijo el popular.
-“¡Claro! y así acompañas a la gaallinaaaa en su recorridooo jajaja eso es mejor que mi ideaa del golpeee admiteloooo”
-“¡Bah! ¿Y también me hago su amigo no?”
-“¡Perfecto, noooo se diga máaas: Caso cerradooooo! ¿Pero qué es esto? Oooh… perdón caballitoooo, ahi va un pocooo de alcohoool para que no duelaaaaa… Eey pero no todoooo…. ¡Malditaa bestiaaa!”
-“Yo sugeriría que inventaras una de tantas historias que usas para escapar. Si quieres puedes involucrarme a mí como una amante celosa que no soporta esa amistad, seguro que lo cree”
-“¿A sí? ¿Y de que clase de amante estamos hablando?”
-“¡Una que no puedes tocar!”
-“¡Pero así nadie lo creerá!”
-“Mmmm… es cierto, olvídalo. Jajajaja Además hay un guardia que seguro te quisiera asesinar si se enterara…”
-“Nah… ¡sigue trenzando!”
-“¡Lo tengo! Simplemente dile que no la quieres ver más y omítela. Si vuelve a aparecer o llamar, ignórala, inventa mil pretextos, trátala como si fuera recaudador de tributo. ¿Que más da? ¡Estas loco! ¿Lo ven? Una buena trenza nunca falla”
-“Y luego por qué nos llaman tontos…”
-“¿Qué has dicho?”
-“Que por esas ideas eres la presidenta”
Al final fue lo que hizo el astuto, fue a la puerta trasera del castillo y le dijo a la esposa del señor feudal que no quería verla de nuevo, no importa cuantas tierras o poder le prometiera.
12 de julio de 2009
Es una vez (I)
Sucede que en una aldea sureña los habitantes llevan una vida dura por las aspiraciones que de antaño tienen. Cada día el jefe de la comunidad les impone pesadas tareas que pese a las complicaciones y sacrificios que requieren, terminan siendo una satisfacción para los pobladores durante los pocos momentos de descanso que tienen al llegar el verano y el invierno.
Es tal la concentración y el esfuerzo de los pueblerinos que pocas veces se percatan de lo que en los alrededores sucede. Por ello es frecuente que eventos inesperados usualmente contravengan las intenciones de los lugareños.
Uno de sus habitantes más jóvenes se da cuenta de esto y decide retirarse a las cercanías de su pueblo para advertir de los sucesos antes de que logren un daño sobre el esfuerzo de su querida villa. Cuando hace esto, sus amigos y conocidos suponen que se ha cansado de la vida en el lugar y ha decidido irse a donde pueda ser el mismo.
En los días siguientes pequeñas historias aparecen en los rincones de la comunidad. Pergaminos que cuentan historias metafóricas y rimbombantes sobre la aldea y sus orígenes, su camino, sus opciones. Usualmente son colocadas por el joven y novato ermitaño en lugares tan escondidos y despoblados que solo son leídos cuando uno de los pobladores cree ver una sombra escabulléndose luego de dejar el pergamino. Más ya sea por el estilo de la redacción o lo extremadamente familiares que les resultan las anécdotas que cada vez más personas buscan encontrarse con alguno de esos pergaminos sorpresa de los que, ahora se sabe, hay varias copias.
Es así como esas historias con la atención que reciben se hacen objetivo de críticas. Parece ser que en opinión de su autor, todo lo que vislumbra en el futuro de la aldea son duras y amargas experiencias. Sucesos imprevisibles, logros obstaculizados, en esencia un mal agüero. Es latente el reclamo de un pueblo que exige la presencia del escriba, más al estar en sus diarias ocupaciones, les es imposible salir en su búsqueda.
El joven ermitaño que siempre busca permanecer al tanto de cuanto sucede y aflige a su querida aldea, conoce la queja y sorprendido por la demanda, decide retirarse largo tiempo a reflexionar sobre su modo de proceder.
3 de junio de 2009
Hijos de un bizarro argumento
Vaya frase más elusiva. Con todo y su excesiva rimbombancia es claro que pretende esconder las verdaderas intenciones. Una sutil mascara para el arte del engaño tan de moda estos días en todos los ámbitos.
Sin embargo si nos dejamos llevar por la propuesta y echamos a volar la imaginación, podríamos ver la entrada a un bonito mundo al estilo de Nunca Jamás.
En él, los encuentros son designios divinos que marcan los deseos y confirman las oportunidades. Tal es su fuerza que el cruce continuo termina por unir lo que previamente el cielo había elegido.
Para crear no hace falta más que imaginar, concebir en la mente la figura, el objeto, el lugar o el momento para que este se vuelva una relativa realidad.Formas que recuerdan plantas, animales y constructos mentales de algún adolescente encandilado se mezclan en ese sistema de armonía y felicidad banal.
Con colores que harían ruborizar a la mejor paleta, la fantasía de la infancia se mezcla con los ideales de la juventud. Es así como la risa se convierte en el himno de ese fantástico devenir.
Como todo ente existente debe su vida a una causa, que no es otra que el deseo afectivo del destino cruzado. Representado en un faro, la luz que éste irradia es la fuente que mantiene el deseo vivo, la felicidad contenida, el destino latente. Durante su recorrido siempre ha de apuntar fuertemente en dos direcciones. La explicación esta en su base:
Uno del norte, otro del sur, los dos unidos para la misma cosa…
Pese a que todo sea un sueño, de esos que surgen cada veinte minutos en las núbiles mentes de los jóvenes, es bueno pensarse uno de sus personajes. Porque fuera de él, uno de sus dos creadores cree firmemente que si bien no les es posible realizarlo, este mundo desigual puede ser visto ligeramente a través de su óptica y así de pocos, conseguir adaptar el sueño a la realidad.
Así que como buenos precursores, estimulemos el encuentro que funde sin condiciones el deseo de un nuevo libro en esta historia pequeña y banal perdida en la humanidad. Hijos de un bizarro argumento que no por ello son incapaces de crear.
Imagen adaptada de la foto por sizeofguam en Flickr