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4 de junio de 2013

Cosas para regalarme

Sin ocasión aparente, solo por que te pareció hacerlo. Como premio a un favor que no supe que estaba haciendo. Como pago anticipado, como ejemplo de lo que debo dar a cambio. Alguno de los elementos de esta lista seguro provocarán más de una sonrisa instantáneamente.
(cc) DaveBleasdale/ Flickr
  • Un libro de bolsillo. De preferencia pasta dura, aspecto antiguo pero no arcaico, 7x11 cm. De algún autor interesante. Narrativa solo en caso de que sea muy buena. Sino algo para reflexionar es suficiente. Perfecto para los viajes diarios o largos, noches en vela y colas inútiles; osea la mitad de mi vida.

8 de enero de 2013

Buscando al complemento perfecto

De los muchos mitos que nos envuelven en la cultura popular, el de la pareja ideal es uno de los más engañosos y escurridizos. Tan arraigado y apegado a los más básicos deseos humanos, es inevitable que contrario al destino de muchas doctrinas y tiranos, persista diariamente en casi todas las vidas.
¿Quién no lo ha sentido?
Esa fantasía acaramelada que mezcla todos los rasgos de personalidad que alguna vez nos han atraído y las compacta en un fantasma que de existir no podría permanecer más de cinco segundos con esa actitud, dentadura, silueta y conversación  tan perfectas. En el fondo todos lo sabemos, más que una persona viva se trata de un fulgor resplandeciente que nos ciega por ratos, justo cuando deberíamos ver los verdaderos atributos de un ser mucho menos maravilloso pero existente el cual, por azares del destino, tenemos la fortuna de tener enfrente para platicar.

21 de febrero de 2011

Dulce y prohibida tentación

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A estas alturas ya has de imaginar mis intenciones. Y la verdad no es ser descarada, pero sería bueno aceptar que de ser permitido tu también las admitirías públicamente.

Culpa a la distancia, a la carencia, a mi debilidad o a mi renuencia. Al final todo se resume en un simple pero mortal dilema: sucumbir a la traición que nos permitiría disfrutar el amor opuesto que no nos corresponde. ¿O es acaso amor una palabra demasiado fuerte? Debería usar alguna otra más confusa y endeble en su lugar, sólo por si al final en el pleno acto de confrontación y disipación de dudas tu actitud esquiva resuelva por abortar la empresa una vez más.

 

1 de enero de 2011

Disertación de la Sospecha

sosProcura no sospechar mucho
que nada más te vas a comer las uñas.
Sospecha de vez en cuando.
Antes d la cena y después del desayuno,
cuando el sol te dé en la cara,
y cuando no veas nada.
Sospecha de todo y sospecha de nada.
Pregúntale al mundo y sospecha cuando escuches la respuesta.

30 de diciembre de 2010

Víspera

algo esta por suceder... y acecha

Hace ya algún tiempo escuché decir a un viejo algo loco pero muy sabio que la felicidad no está en el momento que soñamos, sino en la espera que transcurre desde que sabemos por primera vez de él hasta que al fin llega. A estas alturas yo agregaría que esa intensificación no sucede únicamente con la felicidad sino con la angustia, los celos y la desesperación.

En cierta manera son las mismas sensaciones, pero a la inversa. Continuamente la misma idea te persigue, desarrollando poco a poco los más insospechados detalles, como escurridizas extremidades, penetrando la más sólida calma a medida que se van fortaleciendo.

Invaden sin tregua la comida, las horas de sueño, el transporte, el tiempo de aseo... hostigando con toda clase de negativas y rechazos: no va a dar tiempo, no vas a poder, no es suficiente, no perteneces ahí, jamás te aceptara… En conjunto es una experiencia tan frustrante  que quizás por ello se le excluye de nuestras listas y recuentos dejando figurar  únicamente a su variante alegre más cercana.

31 de diciembre de 2009

Estado de Cuenta.

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Pocos autos circulan en medio de una noche inusualmente tranquila. Es víspera de año nuevo. Como parte de sus efectos, la temporada pareciera haber sumido a la población entera en un estado de reflexión del que pocos han oído hablar. Así a través de calles y avenidas se logran ver escenarios tan diversos y contrastantes que no parecieran estar en la misma ciudad.

En una de las vías más importantes, una silueta vaga sin rumbo por la acera. El individuo, un estafador de fondos de retiro e inversión, tiene en estas horas un momento de franca soledad. Huérfano y soltero por necesidad, más no por gusto, depende de los intereses de otros para construir el suyo. Con que al menos una persona estuviera con él, su rostro reflejaría una sonrisa radiante y una felicidad fingida. Pero no está. Así, pasa perdido por escaparates y recibidores esperando que la noche termine prontamente.

De las muchas fachadas que cruza el afligido, sin duda la más imponente es la de la familia Medrano, acomodada e influyente estirpe reconocida como una de las más distinguidas de la sociedad. Desde fuera se perciben los espectaculares festejos que a propios y extraños hacen disfrutar. Sin embargo en uno de los balcones de la propiedad, la hija mayor Diana Medrano, se resiste a celebrar.

Vestida como amerita la ocasión, de coctel verde oscuro y satinado, acompañado de los accesorios pertinentes, parece una princesa que derrocha elegancia y dulzura. De pies a cabeza es toda una distracción para los jóvenes invitados que la miran con deseo y admiración. Más la luna ha salido llena y para la bella Diana no hay vida sin recordar su pena. En el verano, durante una visita a la costa brasileña, conoció a un muchacho llamado Ricardo. Luego de unos días de encuentros fortuitos, donde ella reía con las bromas ligeras y soñaba con versos susurrados, él la dejó decepcionado por su conveniente posición y acaudalada fortuna, que ella celosamente había mantenido ocultas. Desde entonces ningún pretendiente le había parecido tan atento y educado, desprendido y entregado, como su perdido Ricardo. Con el tiempo incluso, llegó a despreciar lo que sí tenía, y fue perdiendo el gusto por el calor de la familia.

Lejos del aquel balcón, pero también mirando a la luna, un apasionado reportero intenta disipar sus dudas. Luego de doce meses de crítica mordaz y dura, ha conseguido ser el corresponsal internacional para cubrir el nuevo conflicto armado en Georgia. Sabe de los beneficios que aquello tendrá para su carrera, pero ignora cómo es que logrará sobrevivir sólo, sin conocer la lengua y en medio de una guerra. Toda clase de situaciones problemáticas se dibujan en su mente, y ya sea por el fuerte criticismo que ha desarrollado o por el miedo que le provocan, no ve cómo salir airoso en alguna de ellas. Muchos desearían estar en su posición, algunos quizás más de lo que debieran. Pero él, el elegido para desempeñar la tarea, de pronto se desmorona ante la marea de incertidumbre y el anuncio de más penas. A pesar de todo, la maleta ya descansa a un lado de la puerta y su boleto lo espera solo en la mesa. Apenas tiene unas horas para reconciliar sus sentimientos antes de comenzar su empresa.

Sólo dos pisos más abajo, una joven ejecutiva se dedica a apaciguar su agitada vida. No es común que se tenga un tiempo libre en la esfera financiera, y cuando este ocurre, no se le debe tomar a la ligera. Incienso, música, luces tenues e incluso velas: Meticulosamente ha preparado el ambiente como si se tratara de la famosa cena. Más que el tiempo de familia, lo que quiere es un encuentro consigo misma. Es momento de sacar todos los sentimientos, pensamientos y nudos de garganta, hora de enfrentarlos con buena cara. En un mundo donde más que nada necesita seguridad e independencia, ese tipo de detalles sí que cuenta. Sólo después de esta noche, piensa, podrá decidir de entre todas las opciones, aquella que sea la correcta. Baila, canta, come, habla: de cualquier manera busca acorralar la verdadera Andrea.

Suena el teléfono, pero no contesta. Está noche solo está disponible para ella. Del otro lado de la línea Pedro, uno de sus pretendientes, se desilusiona al ver que no hay respuesta.

Intenta dos, tres y diez veces sin mejor suerte que en la primera. Luego se resigna y continúa con su faena. De pronto, a unas horas de terminar el día, ha descubierto abruptamente los errores que le acechan. Lo que aún no se explica es cómo ha podido ignorarlos hasta ahora. Problemas con su pareja, su negocio e incluso su vida misma; definitivamente los excesos deben su nombre a sus abundantes consecuencias. ¿Aún hay tiempo de enmendar la senda? Por las dudas, en un arranque de altruismo decide corregir lo que se pueda. Llamadas, arreglos, aguinaldos tardíos y una comida sana y completa: Dentro de todos sus delitos cupo el arrepentimiento, un mérito que quizás le absuelva…

Muchas otras historias se cruzan y se tejen en estas últimas horas que suelen ser para ello usadas. Por alguna extraña razón, el final de las cosas ejerce una presión en los humanos que ninguna otra fuerza logra. Más valiera a muchos prepararnos en el tiempo que para ello disponemos, y no correr al final desesperados a revisar nuestro estado de cuenta.

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21 de diciembre de 2009

La naturaleza de la humanidad, perdida.

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Son las 5 de la tarde en Estocolmo y desde las residencias del centro Wenner-Gren, Halster contempla el frío haz solar desvanecerse en el horizonte. Como de costumbre, las horas de espera se vuelven eternas, y las ganas de hacer algo diferente a recordar memorias se desvanecen.

Estando en uno de los complejos de desarrollo científico más prestigiosos de la capital sueca desde su fundación hace 70 años, con la posibilidad de llenarse de tanta información como le fuera humanamente posible y la oportunidad de servir a una de las múltiples necesidades que la crisis global produjeron desde hace un tiempo, simplemente se dedica a reflexionar sobre su dilema personal. Pensaría en lo egoísta y mundano de su proceder sino fuera porque su mente no corresponde ya a la de un hombre joven y soñador como debiera, sino más bien a la de un pensador liberado de las cargas sociales y preso de los sentimientos que lo vuelven humano.

Desde hace 3 años sirve a la Dra. Janna Svendsen, una brillante científica que ganó su renombre al lograr tele transportar una piedra eliminando la decoherencia cuántica. Fanática de desafiar las ideas clásicas de la mecánica cuántica, suele pasar la mayoría del tiempo en su laboratorio, regresando a su departamento sólo para comer, cambiarse o pagarle a Halsten por sus servicios. A pesar de ello el joven empleado se esfuerza en hacerle esos breves momentos agradables, a menudo sorprendiéndola con platillos casi tan buenos como los que hace 30 años existían o preparando proyecciones de los antiguos paisajes naturales.

Es increíble que haya estudiado seis años en ciencias cuánticas para terminar de mayordomo.

Al principio pensó que con el pasar del tiempo, la relación de confianza iría fortaleciéndose y eventualmente la acompañaría al laboratorio a participar de sus experimentos. No obstante en lo que llevaba con ella, había logrado volverse un amigo de confianza que solo veía ocasionalmente.

Y así soy la persona a quien más frecuenta.

Parecía que estuviera absorta en un juego de infinita creatividad, misterio y acertijos. Era como si cada ensayo fuera un lienzo que con la sucesión de procedimientos fuera llenándose de pinceladas, formando un paisaje cuya belleza sólo ella podía apreciar.

Sólo así me explico que llegue radiante de felicidad y me transmita toda su alegría con su sonrisa amable y su humor sencillo…

O tal vez haya otra explicación…

Hurgando en un bazar de libros en Östermalms Saluhall encontró un viejo libro titulado “Why we love”. Según la autora, existían evidencias científicas y lógicas para probar, reconocer y producir el amor. Divertido por lo fantástico de la oferta, lo leyó y en menos de lo que esperaba ya se encontraba aplicando lo aprendido con la mujer más próxima: su jefa.

Así, lo que empezó por diversión se convirtió en una verdadera trampa. Poco a poco fue perdiendo el apetito y el sueño, se fue olvidando de su desarrollo profesional o la relación con su lejana familia. Se concentraba en derrochar toda su vitalidad y energía en las breves visitas de Janna, por demostrarle cuán apto era para estar con ella, por darle muestras indirectas de su compromiso, fidelidad y atracción con la esperanza que las descubriera de repente en medio de sus experimentos.

Tal vez así ella tome el teléfono de pronto y escuche esas frases que tanto han resonado en mis sueños:

“¿Qué sientes? ¿En verdad me quieres?”

Sin embargo debía ser realista, aquélla no era precisamente la época de la dominación masculina. Alguien de su género y posición estaba en clara desventaja al intentar conquistar a una mujer como la Dra. Svendsen. Con su exhaustiva preparación y perspicaz personalidad era un símbolo de la nueva posición de la mujer. Líder, dueña, activa: sus emociones seguían presentes pero eran controladas. Aún cuando llegara a sentirlo, la incapacidad de dedicarle tiempo a una relación personal y la justificación de una sólida trayectoria no le permitirían volverse así de vulnerable ante un hombre, que de buenas a primeras, no mostraba más que una intensa obsesión y buenas intenciones.

“No sé lo que quiero” sería la respuesta más probable.

La pregunta era clara: ¿Seguir o no? De entregarse podría revivir un sentimiento casi extinto desde que el hombre agredió al clima. Podría traer el pensamiento de la arcaica autora que afirmaba que aún en un millón de años más, el amor sería lo que siga moviendo a la humanidad. Podría salvar la emoción más básica que se puede dar entre un hombre y una mujer. En sueños incluso imaginaba que podía renovar la fuerza que sostuvo a la sociedad.

De negarse se salvaría de ser un ingenuo soñador. Reconocería como todo el mundo que los tiempos han cambiado, y con ello muchas de las tradiciones de los tiempos antiguos. La naturaleza que tanto tiempo se preservó se daría una vez más por perdida. Podría evitar un daño innecesario, podría aprovechar su tiempo en el crecimiento de los bienes del alma, convenciéndose que aquello y no algo más es el mejor juicio.

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Podría salvarse él y dejar morir al mundo, u ofrecerse en sacrificio e intentar salvar lo que queda de  Humanidad.

En cualquier momento Janna regresaría, abriría la puerta y saludaría de la manera en que siempre lo hace. Para entonces la simulación de un claro de bosque tropical debía inundar la habitación como el ardor de su adicción llena su corazón.

O un sencillo saludo y una sonrisa ligera, cubriendo el hueco de una akrasia que finalmente se extinguió.

7 de diciembre de 2009

Diálogos de una prostituta

ADVERTENCIA: El siguiente relato es totalmente ficticio y puede contener fragmentos ofensivos o vulgares para cierto público, así como lenguaje soez y explícito. Se sugiere discreción.

Es ya la medianoche en las calles del centro histórico y poco a poco los balcones y portones de sus construcciones van dejando el aparente vacío y pasividad diurno para tornarse en lugares de recreación nocturna. A pesar de que sus fachadas sean muy parecidas, en su interior esconden  una gran variedad de bienes y placeres, yendo de los más inocentes a los más pecaminosos.

A unas cuadras de la plaza de Analco, una mujer se pasea por ambos lados de la calle, saludando cariñosamente a cuanto “caballero” se atraviesa en su camino. De tacón alto y ropa muy ligera, intenta engatusar a los débiles de voluntad que busquen seguir su noche de juerga. Sin embargo, es increíble hasta donde llegan las dificultades económicas:

Que no alcance para la vieja se entiende, que cambien el “bacacho” por charanda hasta es recomendable, pero que no les alcance ni para un privado: ¡son chingaderas!

El maquillaje comenzaba a despintarse, el cabello a caerse y la carne a enfriarse, tenía que conseguir un cliente y rápido. Era momento de las rebajas navideñas.

Y así, ofreciendo una hora por el precio de media, fue que abrió su negocio y llenó su cartera. En cuestión de minutos el tugurio que tenía por habitación vio desfilar al menos a media docena de individuos que no vieron mal echarse una “botellita” más.

Ebrios al fin, eran fáciles de complacer, no había necesidad de desbordar creatividad. Un par de cumplidos e insinuaciones, un empuje al catre vencido, tres posiciones llenas de jadeos y estaban fuera sonrientes y sin dinero. La práctica que ya tenía y todavía no era legal…

¿Que haré a los 20?

Sin embargo, por mucha técnica que tuviera todavía le quedaban cosas por aprender. Cada vez que se acostaba con alguien, dos sentimientos le anudaban la garganta: La sensación de estar mal y el recuerdo de un muchacho, compañero de escuela en el último año que estudió, el cual siempre la rechazó.

Mientras yacía acostada, dejando que el cliente en turno hiciera lo que su poca vergüenza le dejara hacer, su mente se perdía en un diálogo paralelo, tan sensible y honesto que no parecía ser de una mujer que se entrega por dinero:

¿Lo hago por desquite?

Puede que sí, pero mientras no los llame por su nombre, ni los bese, esta bien.

¿Como para tener un hombre enfrente aunque no sea él?

De vez en cuando es necesario, y no soy la única que lo hace, mi madre lo hizo antes, y más de una vez.

¿Estoy deformando cariño en lujuria para rellenar el vacío?

Con algo me habré de consolar ¿no? si me desequilibro va a salir peor y ahí en serio haré cosas malas… Aunque pensándolo bien, salió más caro el remedio que la enfermedad.

¿Soy culpable por eso?

Yo no me hice el daño… pero si me lo creí.

¿Soy siquiera responsable de la perdición que les provoco?

Si me culpo por creerme el daño entonces todos ellos también son culpables de hacerme esto. Cada quien es dueño de su propio chiquero.

¿Estoy obsesionada?

Yo creía que estaba enamorada, pero si terminé en esto, creo que ya no puede ser eso… ¿o sí? Tenía un sueño, confié en él y llegué aquí. Creí que había llegado el momento y me sentí enamorada. Ahora me siento más bien apretada…

¿Qué es el amor? ¿Aquella única vez estuve cerca?

Ya empezaste con tus cursilerías… ¿Qué horas son? Mira nada más, el cabroncito este ya lleva media hora de regalo… Bajan…

En la calle se abre la puerta grande y por ella sale un borracho medio desvestido con cara de satisfacción y desconcierto. Luego, una jovencita de escasos 17 años se asoma arropada por una cobija, ve el cielo clareado y regresa a preparar su café de desayuno como cada mañana.

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26 de noviembre de 2009

Al final del camino

Era una mañana clara y  fresca en las serpenteantes calles de Londreslondon morning, un caso poco usual para la grisácea capital. Por las ventanas de sus edificios se escapan los sutiles aromas de desayunos recién preparados. A pesar de los negocios y el agitado ritmo de vida, los domingos víspera de las vacaciones aún conservan la calma.

Mientras la mayoría de las familias disfrutan del lento despertar, existe un muchacho algo solitario que decidió salir a tomar un poco de aire fresco rondando por las recién pavimentadas avenidas a bordo de su nueva bicicleta.

Al cabo de un par de calles se da cuenta que es mucho más placentero el trayecto ahora que no hay piedras. Con tanta calma no tarda mucho en perder su mente, dejándola volar y soñar  despierta. Luego de tantas cavilaciones simplemente cede al goce imaginario de situaciones comprometedoras, encuentros que poco a poco van cobrando credibilidad, hasta que llega el día en que se vuelven realidad.

En esencia es como si la propia definición de sí mismo rechazara su último pensamiento, como si la voluntad de enmendar fuera un deliberado intento de torcerlo todo. Los signos vergonzosos y ampliamente criticados en el pasado, son ahora síntomas de un padecimiento muy poco comprendido. La tragedia no causa dolor, ni la pérdida preocupación. Una insensibilidad encubierta por una felicidad estúpida, sólo disminuida por un poco de su indiferencia.

Es como ser presa voluntaria de un goce tormentoso. Aún contra la propia realidad y sus duras conclusiones, el espíritu ahora poseído viaja libre y constantemente entre el cielo y el infierno. Incluso el saber que el final del juego conlleva su muerte no significa que se sienta atemorizado. Sólo un limbo paralelo podría ayudarle a resolverlo, pero ¿No sería alguien superior a él quien decida su destino?

¿Y aún se preguntan si el amor es una adicción?

Estaba justo considerando la respuesta cuando llegó al final del camino remodelado. Se detuvo, suspiró profundamente y concluyó dos cosas: No quería seguir engañado, pero no quería buscar la cura en otros brazos.

3 de noviembre de 2009

Support

In spite all the pieces seem to be matching i’m still hesitating about those that belong to you. Suddenly, while facing the group, trying to make my point about fairness, I found myself awkwardly wondering… Am i not giving enough support to her?

So far i’ve come to the idea that i’d practically give anything, ever since there’s something that tells me that what’s happening might be much bigger than what it seems at glance. I’ve come to trust your voice, and believe your speech, though at times, just like today’s trial, i imagine, not without facts, that i might well be a puppet serving different interests than those i’ve acknowledged...

Yet i don’t want to retreat, i’d rather know the truth than assume my thought is certain. I better stay by your side coping with misadventures to turn the so-called dream an everyday phenomenon than getting away in an attempt to preserve my exposed feelings. Having the offer to become a non believer, i prefer to believe. Because if i can commit that easy, surpassing the common distrust i tend to have, it must be due to some overwhelming and not so obvious reasons.

There’s a journey that may enlighten the unknown and blessed path, whose chances to be are unhappily diminishing..

However, i’d be really deceived if i knew this is all fake,nothing more than a sellfish will to promote your wishes in which i’m nothing but a fool blindly playing the role it has been given. My mind, my words, my dream all would then be wasted in innocent prayers, summoning a hope that would had never come…

15 de octubre de 2009

¿Seguir soñando?

DavidmiguelangelSuele suceder que luego de tener un sueño particularmente placentero, al despertar este se desintegra a una velocidad de miedo, como si fuera agua derramándose, lista para no volver. Por más que uno se esfuerce en retenerlo, ni las palabras son capaces de atrapar un sueño que nos sedujo inconscientemente.

Peor es cuando se intenta recrear el onírico escenario. Con solo trazas de lo que fue una visión magnífica y envolvente, los remedos de su imagen simplemente nos alejan un poco más de ese bien anhelado. Sólo existe una posibilidad de que el destino, o un inconsciente muy considerado nos regalen de nuevo ese sueño.

¿Pero si no sucede? Si todo el tiempo se vuelve constante nostalgia de un sueño único e impredecible, de ritmo justo y trepidante, con la mezcla exacta de emociones para hacerlo una vida llena y condensada, es muy probable que las noches se vuelvan vigilias en espera de su presencia. Asaltado por la duda, podría una persona creer y estimularse, hasta que caiga en la cuenta que es algo que escapa del simple deseo de seguir soñando.

¿Y si acaso, por ignorancia o descuido, ese sueño se vuelve eje de un plan de vida, como Pigmalión lo fue para su creador? ¿No es aquello aún más preocupante?

Nadie le diría a Leonardo que olvidara esa sonrisa indescifrable, ni a Miguel Ángel que desertara de formar a David. Nadie ha deseado que una persona abandone ese sueño predilecto, fuerza creadora de su innovación e intelecto… Y sin embargo, a mi me lo han dicho:

Ya vendrá algo más…

13 de octubre de 2009

Pseudokafka a mi manera

balanzaMe he dado cuenta, tras un momento de verte a la distancia, de algunas cosas que había olvidado.

Estando con él pero no queriendo, permitiendo que invada tu espacio y ejerza las libertades que el mismo se ha otorgado. Esa es la historia que me han contado, pero será verdaderamente lo que está sucediendo?
En la admiración que creí una señal extinta, está una prueba de certeza. En verdad existe, en verdad puedes ser tú. Una de las sensaciones alejadas que en un momento de torpeza me preparé a apreciar. Es que acaso puede haber más verdad que en la que fue predicha?

En honor al nombre que llevo, he pensado en no contarte, para evitar con ello problemas de enlaces y afectos. Eso significa que no te quiero? Es acaso repetir la misma escena de la que se supone ya había aprendido?

Y si llego a la conclusión que todo el constructo mental que me justifica, a pesar de las evidencias que de fuera obtengo, no es más que una tergiversación de la realidad, propia de una mente que construyo un mundo a su medida a la defensa de su vulnerada integridad?

No es por ellos, sino por ti que me contengo. Pero de nuevo por ellos y no por mí es que me persuado. Un dualismo construido con casualidades: aún explicándolo vuelve a formarse.

Si en lo ilógico de un instante detenido e inexistente, libre de influencia de tiempos y potestades pudiera aclararse todo el hecho… Pero tal sería un poder que sólo por ser no nos pertenece…

Y de nuevo uso la palabra preso, contra cara de la libertad que busco y sueño. Dos posibles realidades en un solo momento.

8 de septiembre de 2009

Trozos expuestos

Miedo de pensar que los sueños permanecerán así.

Miedo de conocer una verdad que me sea adversa.

Miedo a que sus implicaciones destruyan los pilares en los que creo.

Miedo a retroceder todo lo que psicológicamente se ha logrado.

Miedo a lo que no conozco pero si imagino.

Miedo a que la situación sea tan simple y la reacción tan exagerada.

Miedo a que todo se eche a perder.

Miedo a saber que no te podré tocar ni no podré abrazarte.

Miedo a saber que me he estado engañando.

Miedo a reconocer que en este juego de dos, solo hay un participante reflejado.

Miedo a pensar que estando tan cerca, me aleje de ti.

Miedo de que sean tan posible y verdadero y aún así no suceda.

Miedo a que sea sólo una decepción más.

Miedo a que me vea como un ingenuo, tonto e inocente.

Miedo a que el silencio sea más dulce que el discurso.

Miedos que tengo, miedos que venzo cada vez que con una sonrisa te digo: “Quiero estar contigo”. Exponiendo el centro de mi ser, abriéndome a la vulnerabilidad de un golpe directo. Si es que aún sobre de ello no lo temo, es porque esta necedad descansa en mi fe y en aquello que de ti creo.

23 de julio de 2009

Dilemas de cubierta

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Ilustración con imágenes de mikebaird y Paulo Brandao

Luego de unos meses de haber zarpado, los días transcurrieron en un constante y monótono azul dúo tono. Con brisas que van y vienen, nubes dispersan o amenazan y una inmensidad que siempre intenta devorar la propia identidad: Un puñado de hombres que se lanzan a la vastedad de un mar intercontinental.

No es descabellado pensar con un ambiente anímicamente tan árido como el desierto, que los débiles de espíritu son tan vulnerables como quienes no soportan las condiciones extremas de un clima intransigente y provisiones limitadas. Allende las aguas muchas historias han quedado inconclusas, relatos interrumpidos que pertenecen a cada uno de los tripulantes, fuentes de fuerza y coraje o de angustia y vacilación. Si algún tipo de magia pudiera revelarlas, seguramente serían más de dos barcos navegando.

Es así como cada tarde luego de realizar sus tareas diarias, los minutos transcurren lentamente entre los marinos que en la cubierta divagan entre sus pensamientos, el ron y los juegos de azar. Sobre de ellos, observándolos junto al timón, el capitán piensa también en sus propias memorias, alejadas en el muelle del que hace unos días partió.

Podría esperar a regresar de altamar y pretender que con su viaje el tiempo en la tierra de detiene, que el dinamismo del momento no desaparecerá y que al regresar el cabildeo y lisonjas que ingenua y oblicuamente ha hecho le permitirán lograr sus sinceros deseos.

Más el canto de las sirenas por la noche le invadía, llenando su camarote de dudas y supersticiones. Murmullos vagos como premoniciones susurran un cambio de planes. Un oficial de su talla y rango dispone de múltiples ofertas, hasta ahora rechazadas por un fiel juramento de lealtad a un ideal que, de unos días acá, se ha mostrado esquivo.

¿Me estoy lanzando a la búsqueda de un tesoro que no existe?

¿Será momento de mirar a otro lado?

¿Estarán surtiendo efecto los embrujos del océano calmo y solitario?