21 de febrero de 2011

Dulce y prohibida tentación

girl seduction

A estas alturas ya has de imaginar mis intenciones. Y la verdad no es ser descarada, pero sería bueno aceptar que de ser permitido tu también las admitirías públicamente.

Culpa a la distancia, a la carencia, a mi debilidad o a mi renuencia. Al final todo se resume en un simple pero mortal dilema: sucumbir a la traición que nos permitiría disfrutar el amor opuesto que no nos corresponde. ¿O es acaso amor una palabra demasiado fuerte? Debería usar alguna otra más confusa y endeble en su lugar, sólo por si al final en el pleno acto de confrontación y disipación de dudas tu actitud esquiva resuelva por abortar la empresa una vez más.

 

De cualquier manera con el poco progreso que hasta ahora puedo constatar estoy segura de lograr mucho más de lo que podrías imaginar. Después de todo la mezcla de recientes experiencias me ha dado uno de los mejores cocteles de hormonas que he probado: deseo, ilusión, acción y suspenso en medidas casi tan planeadas como los actos que pienso ejecutar en tí o contigo. Ése es precisamente su atractivo, el de sentir y controlar.

Ahora que lo pienso creo que sería mejor dejarme guiar por tu siempre sospechada más nunca comprobada experiencia. Seguro guardas el tipo de secreto más provocador. No hay que darle muchas vueltas, así como los más “atrevidos” son en realidad escrupulosamente miedosos, tú que te afanas en mantener la imagen de recato debes de ser incontrolable una vez expuesta. Todo es cuestión de entrar a esa pequeña esfera en la que te muestras tal cual eres. En cierto modo tu mundito.

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