¿Quién no lo ha sentido?
8 de enero de 2013
Buscando al complemento perfecto
11 de septiembre de 2011
Palabras
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(CC) Horment/Flickr |
25 de abril de 2011
La posibilidad de decir SI
Todo puede cambiar. Piénsalo. Si estuvieras lo suficientemente convencido (y tuvieras las agallas ) podrías decidir dejarlo todo y tomar una vida nueva en cualquier momento.
¿Quién te detiene para salir a la calle y convertirte en un ermitaño que busque el sentido de la vida mientras sobrevive con lo que la naturaleza, así de jodida como la ves, te puede dar? ¿Quién te impide dejar atrás tu nombre, tu vida, tu futuro, tu presente, todo a cambio de una hoja nueva? Es cierto, algunos te llorarán, otros te buscarán, algunos más incluso reconocerán que al irte se han dado cuenta que su odio no era más que afecto o admiración malentendidos, pero nadie te obligará a regresar y retomar esa identidad vieja, a veces más llena de vergüenzas y fracasos que de alegrías y triunfos. Una identidad que te restringe al mismo tiempo que te impulsa. La que limita tus nuevas decisiones justificando una ganancia a todas luces no muy clara.
Incluso si quieres ser un poco más extremo, podrías reclamar ni siquiera hablar la lengua con la que creciste, no haber nacido donde naciste, ni en cualquier otro lugar; ser aquel desconocido que viene de todos lados y de ninguno, con la única intención de ir directo a un destino ignorado; ser el rostro vagamente conocido que todos reconocen pero al que nadie se ha atrevido a preguntar cuál es su nombre; ser el vigilante anónimo que disfrute de entender lo que nadie puede, por estar tan ahogados en esa realidad a la que llaman vida: la que esta llena de trabajo, preocupaciones, excesos y otras estupideces.
Podrías ser lo que todo mundo ha querido y nadie a podido ser, el fugitivo renegado que desafía todas las leyes establecidas, el que no rinde culto al dinero ni al poder. El tipo de héroe con el que todos sueñan
12 de abril de 2011
Interrogatorio
Nuevamente son las cinco de la tarde. Una hora emblemática en muchos puntos del planeta, pero no en éste. La luz aún diurna se cuela despojada de toda calidez, como si el blanco de los muros contagiara la definición de neutro a los alrededores. Nuevamente llego a aquella silla negra colocada de manera equidistante, saludo a la claustrofobia de siempre, cierro los ojos, tomo un respiro y empiezo el interrogatorio.
-¿Nombre?
- Para qué lo quiero si siempre es el mismo?
-¿Nombre?
-¡Pero si es el mismo!
-¡Nombre!
-Yo
-¿Edad?
-Es un misterio.
-Necesito que ser más preciso que eso.
-Algunos ayeres, al parecer aún no los suficientes.
-Muchas gracias. ¿Motivo del encierro?
-Sublevación al orden establecido y diferencias culturales irreconciliables.
-Por favor deje de estar bromeando, ¿podrías ahorrarme la pena de tener que hacerme la misma terapia de persuasión de la vez pasada? Como puedo ver ni siquiera me han salido cicatrices. ¿Motivo del encierro?
1 de febrero de 2011
Del amor y otras circunstancias
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(CC) the_quick_nick/Flickr |
De vez en cuando en la vida de cada ser humano brotan de la nada pequeños momentos de lucidez en los que uno es capaz de comprender el sentido de su vida e incluso alterar el curso de la misma. En un fenómeno extraño y seguramente emparentado con el milagro, entiende quiénes son los buenos y los malos; las intenciones sinceras y las ocultas; los verdaderos anhelos y las tentaciones absurdas.
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(CC) Arbron/Flickr |
11 de diciembre de 2010
Regalo
Hoy he decidido regalarme un día de honestidad mordaz. De esa que atropella gustos e hiere susceptibilidades, la que sería más cruda que la verdad de no ser porque dejaría de ser ella misma. Junto a ella decidí obsequiarme una de esas preguntas tontas típicas del de vez en cuando, esas dudas fugaces aparentemente tan atractivas hasta que alguien pasa una mano frente a nuestros ojos rompiendo el encanto.
¿Qué es un regalo? ¿Es la intención de aprecio escondida en los coloridos motivos de un papel absurdamente caro? ¿Es el misterioso objeto de deseo que se escapa de nuestra imaginación hasta que lo vemos radiante en un escaparate al que nunca debimos mirar? ¿Es el gesto amigable de aprecio entre dos personas o la recompensa vil por el buen servicio en la compañía de una persona? ¿Es libre o forzado por una fecha sin pasión celebrada? ¿Es tan efímero como un auto blindado o tan permanente como una caricia confesoria al oído susurrada? ¿Es la forma fácil de pagar las ausencias pasadas, presentes y futuras? ¿Es todas estas cosas o ninguna?
14 de noviembre de 2010
Contra Natura
28 de octubre de 2010
Esa chispa.
De las emociones perceptibles a través del movimiento, hay una especialmente poderosa. Es cultura mezclada con pasión acompasada. Un invento de hace tiempo que reúne a dos personas para conocerse mutuamente.
La música invita, abriendo la ocasión de un verdadero encuentro. Luego todo depende del timbal y la campana. Constante y breve, los tiempos se van sucediendo como avalancha de posturas estéticamente estudiadas. En cada apunte y balanceo se libera y enaltece un sentimiento, se comunican pensamientos y comparten deseos. La descarga dirige más que movimientos, es importante saberlo.
Brazos al frente, manos cruzadas, sujeta por cintura, media vuelta simultánea: puntos estratégicos para los múltiples contactos. Las primeras veces no coincidirán y la distancia tan corta resultará incómoda, pero con un poco de tiempo los brazos irán más lejos, rodearán cuellos y sujetarán espaldas. La agitación produce calor, mismo que alimenta las ganas de fundirse en una simetría de tiempo y espacio. Simbólico pero no por eso menos cierto.
Las caderas se balancean recordando mi cultura, como empapándose en cada oscilación del sabor tan pasional y auténtico. Cada vuelta sujeta la firme creencia de preservar la parte más sensual y codiciable de la raza latina. Un poco más lento o más rápido, siempre más fuerte, más intenso. Provoca emociones, desboca pasiones…
No es tiempo de pensar ni de razonar, sólo deja a tu cuerpo quemarse con la chispa de un timbal que incansablemente insiste en tentarle.
Ríe, muévete, comparte, conoce, disfruta, BAILA.
30 de junio de 2010
Nuevo significado pluvial
Llueve y el viento arrastra violentamente las gotas que invaden cada espacio. Pese a ello la atmósfera es cálida y pequeña… En el acuerdo tácito que se ha convertido este pequeño espacio y tiempo se suceden pensamientos frágiles que sufren aún intentando expresarse.
El frescor inusitado en medio del verano sirve de pretexto, uniendo un par manos diferentes de manera tan fácil y perfecta que parecieran haber esperado este momento. Lejos están los problemas y agresiones: Como en el lecho nocturno que poco a poco apacigua la mente al final de la jornada, ese instante sólo permite una intimidad exenta de morbo.
Si pudiera seguirte abrazando…
Ahora el cielo está iluminado y el viento en calma. El agua corre tranquila por la escalinata que le pertenece y contrario al vendaval de ayer, hoy no hay rastro de ese mundo efímero que eres tú. Pienso en el mal implícito de todo aquello, permitido y querido, a pesar de los férreos intentos de ética social. Tal vez fue una explicación distinta al discurso formal, o el error irracionalmente predecible que ponga ritmo al moribundo deceso. Quiero que sea lo que debe ser, sin los tintes personales ni deseos profesos.
Quiero protegerte vanamente, por que así recuerdo el significado de conjunto y me protejo a mi mismo.
Quiero cuidarte como se cuida al descendiente sanguíneo, con la ternura y caridad a las que voluntariamente esquivo.
Quiero vivir en esa fantasía de realidad que se opone a todo lo que entiendo, aun cuando sólo diciéndolo entiendo que es imposible vivirlo y prohibido quererlo.
Hoy volverá a llover, me lo ha dicho el viento. Más no será para gestar ese mundo imaginario, sino para intentar encontrar el gusto lánguido en cada gota que perciban mis sentidos. Soñaría una vez más en un futuro paralelo, pero creo que ha sido suficiente el daño.
Si quieres llegar rápido ve sólo, si quieres llegar lejos ve acompañado.
11 de enero de 2010
El carcelero y la muñeca
El carcelero y la muñeca no se llevan, por que en la definición de cada uno llevan un mundo ajeno y distante entre sí.
Por más que la muñeca quiera escapar de la ternura de su rostro, la suavidad de su forma y la dulzura de su sonrisa, está destinada a permanecer quieta y bonita. Sólo se moverá cuando alguien quiera jugar con ella, cuando deseen la compañía obligada de la sumisa y frágil. Propiedad de todos, dueña de nada. Vida sometida a la voluntad ajena disfrazada de alegría y colores.
El carcelero por su parte, no puede permitirse sentir aquello que interfiera con sus tareas. Posesivo y obstinado, se niega a cuidar cuanto rebase sus celdas. Atrapado él mismo en su propia condena, cumple los días como parte de un plan más grande y azota las emociones que de cuando en cuando a salir se atrevan.
De fuera les contemplan, dos existencias estériles al fruto de la vida. Si en compartir la persona se realiza, ¿Por qué se abstienen de hacerlo y contra natura luchan? ¿Por qué fingir el gusto en aquello que más los hiere? La idea de callar en los labios lo que el resto del cuerpo pregona a todas partes, es ya un acto pobre de defensa a lo que más temen.
Dos mundos divididos, destinos aleatorios que responden a deseos distintos. Obstinados en admitir lo que corazón y alma les mandan: Tanto el carcelero desea renunciar a la inmundicia poseyendo a la muñeca, como la muñeca quitarse los hilos coloridos reclamando su independencia.
31 de diciembre de 2009
Placer peligroso (II)
El único problema es que no era ella. Mónica, su prometida, estaba en ese momento guardando cama a unas cinco horas de ahí. “No dejes que nadie te eche el ojo” - le dijo al final de su visita el día anterior - “Recuerda que el anillo de tu madre está en este dedito que ves aquí”.
“Pues mira que yo no me dejo, pero aquí no sólo hay ojos, sino hasta un dedito que me llama a ir.” pensó el angustiado ingeniero Solís. Seguro esto era idea (y vaya que fue buena) de alguno de sus queridos invitados de honor. Una vez que el creía la guerra ganada, se le presentaba la última batalla, el arma secreta de la muy respetable sociedad local, engañosamente provinciana: un escándalo del encargado del Complejo arruinaría la reputación del pequeño y de su padre, derribándolo más rápido de lo que cualquier explosivo podría. Pero no, no les iba a dar ese gusto.
¿O tal vez sí?
Pasaron las horas y a pesar de enfrascarse en las conversaciones de los hombres influyentes, de encargar al mesero la mitad de la carta de bebidas y de bailar incluso con la SEÑORITA Dolores, no logro despegarse de la atractiva y misteriosa invitada. Los inquisidores miembros de la sociedad se fueron retirando en lo que consideraban ya una fiesta “incontrolable” y la desconocida le acechaba como si fuera el momento de su llegada. Quizá la señorita no estuviera pagada y en verdad se había prendado del flamante ingeniero, después de todo el evento era en honor del edificio que en tiempo récord (descontando los días de paro obligados) había construido. Total, ya a esas horas y con tantas copas encima como él, nadie podría recordar nada a la mañana siguiente.
Inocente, se dirigió al extremo desde donde podía observarse el conjunto de jardines y fuentes del patio posterior, un punto que el sabía era difícilmente visible desde la explanada. Un par de bocanadas de aire y la famosa mujer estaba de pie a un lado suyo.
- “ Así que la damita decidió buscar esta noche un ingeniero joven y afamado al que conquistar ¿no?”
- “Se te olvido humilde y caballeroso.”
-“Cierto, cierto, eso también. Pero dime, ¿Por qué de pronto acercarse al centro de la fiesta? ¿Querías fotos? ¿Rumores? Todo eso a esta hora y en este lugar ya son imposibles, me temo que lo que ves es lo que hay, aunque al parecer para ti es más que suficiente.”
-“¿Hace cuánto que no estas enamorado? Haces demasiadas preguntas cuando en realidad, por como estás y en donde estás, ya no te interesa saber la respuesta.”
-“¡Ah!… mmm… ¡Ya…..!
Fue lo último que el ingeniero pudo pronunciar antes de ser devorado pasionalmente por su interlocutora. Tantos años de creer conocer el beso francés para que en unos segundos conozca eso y lo que le sigue. Manos, roces, suspiros y demás “formalismos” propios del acto se sucedieron rápida y abundantemente. Vio luces, pero no sabía si eran reales o producto de sus sueños volviéndose repentinamente realidad. Adrenalina mezclada en un coctel de hormonas que incluso la ebriedad le cortó: Era un placer desconocido y agresivo, intrusivo y apabullante. La definición de lo no definido, el placer peligroso que siempre imaginó pero nunca había conocido. El anillo de su madre podía quedarse en el dedito a cinco horas de ahí, aquí tenía un par de manitas que salieron más traviesas que todo el cuerpecito enfermo al que pertenecía.
Qué sucedió después es irrelevante, de alguna manera u otra regresó a su casa, abrazó a su prometida, anunciaron el compromiso a sus respectivos padres a la mañana siguiente y después de poco más de un mes, se disponía a casarse. Hasta ese día, no había vuelto a saber de la desconocida abusadora a la que creyó conocer como Malena, pero uno nunca sabe: Tal vez y sólo tal vez, durante el “que hable ahora o calle para siempre” haga su aparición la tentadora indomable para reclamar la infidelidad del candidato a marido. Quizás hasta un par de fotos lleve, quizás quiera demostrar su acusación en vivo… ¿Sobreviviría a eso el incipiente “señor”? De no hacerlo aguantaría al menos hasta la parte de la demostración…
La primera estaba desprevenido, recuerdo menos de la mitad, pero esta vez con la familia, la prometida y el templo de testigos… ¿Cómo se sentirá?
Una vez probado el fruto del pecado es muy difícil dejarlo de tomar.
Placer peligroso (I)
Luego de varios meses de planeación y preparativos, la construcción del Complejo Tecnológico había terminado. Tras limpiar los espacios que iban a ser lugar del evento, se ofrecía una fiesta de coctel para todas aquellas ilustres y renombradas personalidades del ámbito social local: Inútiles varios con grandes sumas de dinero y cuya pobre opinión ha forjado más de una reputación. De modo que el objetivo era claro, las autoridades municipales y estatales deseaban presentar a su joven vástago de dos hectáreas en sociedad.
Dentro de los protocolos de semejante frivolidad, era imposible que el Ingeniero Raúl Solís, responsable de la obra, pudiera escapar. Estaba condenado por alrededor de seis horas a sonreír a todas aquellas personas que hace tan sólo un par de meses le habían impedido consumar el proyecto de tantas maneras como les fuera posible: A Don Ramiro de León, el presidente de la Asociación de Control Forestal que nada más enterarse del proyecto, mandó a cientos de acarreados a amarrarse a toda planta que pasara su cintura dentro del terreno; Doña Carolina Sigüenza, secretaria del Grupo de Papelerías Unidas que interpuso no una, ni dos, sino tres demandas contra la construcción por considerarla “una amenaza latente para el desarrollo económico del sector papelero en la ciudad”; la SEÑORITA Dolores Santos, amiga de “Doña Caro” que intentó detener la obra cuando literalmente se tiró frente a una excavadora, con la misma técnica de los futbolistas novatos, alegando atropellamiento. Pasó también Carlos Matamoros, el del tráfico de drogas entre los trabajadores; Anita de la Rosa, la supuesta violada por los veladores; Lucía Alvarado, la que mandó a robar las herramientas y cables de cobre; Omar Centeno, que mandó a cortar las tomas de agua y el muy querido Raulito Mendoza, el tocayo que alegó desvío de recursos y lavado de dinero.
Parecía que la lista de invitados se había terminado cuando en el fondo de la explanada que presenta al complejo una silueta provocadora y femenina apareció. Impecable era aplicable sólo para referirse a su etiqueta y atuendo: bajo estos formalismos propios de la “celebración” se escondía muy superficialmente un cuerpo de perdición y encanto. Una extraña mezcla de elegancia e indecencia, con su mirada a medio descubrir y sus labios color carmesí era el centro de atención de los honorables “caballeros” que la rodeaban.
Como era de suponerse, el veneno no se hizo esperar. Miradas furtivas y susurros dispersos le rodeaban como a alguna princesa de cuento le rodearan los pajarillos. Qué si su escote era muy grande, su tacón muy alto, su apariencia demasiado exuberante… nimiedades que las (en público) muy costumbristas damas de sociedad lanzabas ferozmente en un intento de derrocar a la desconocida de su pedestal. ¿Pero cómo atacar a quien no tiene identidad? Nadie daba con su nombre o procedencia, pareciera sacada de la tierra, una ninfa perdida en la noche fresca que el verano amable prodigaba.
No fue necesario mucho tiempo para reconocer que quien fuera, iba tras el Ingeniero Solís. Nada más abrirse la pista de baile, buscó (o mejor dicho tomó) algún hombre joven y bien parecido que le sirviera de pretexto para tentar más de cerca al jefe de obra con su cadera hipnotizante y ritmo cadencioso. Pieza tras pieza rondaba por la mesa de honor, mirando de reojo a Solís como una leonesa observa a su presa. Tal fue su descaro que en uno de sus movimientos más incitadores, el alcalde, sentado a un lado le preguntó: “¿Es acaso tu novia? Vaya que esta enamorada, esa manera de mirarte no deja nada a la imaginación.”