31 de diciembre de 2009

Placer peligroso (II)

El único problema es que no era ella. Mónica, su prometida, estaba en ese momento guardando cama a unas cinco horas de ahí. “No dejes que nadie te eche el ojo” - le dijo al final de su visita el día anterior - “Recuerda que el anillo de tu madre está en este dedito que ves aquí”.

“Pues mira que yo no me dejo, pero aquí no sólo hay ojos, sino hasta un dedito que me llama a ir.” pensó el angustiado ingeniero Solís. Seguro esto era idea (y vaya que fue buena) de alguno de sus queridos invitados de honor. Una vez que el creía la guerra ganada, se le presentaba la última batalla, el arma secreta de la muy respetable sociedad local, engañosamente provinciana: un escándalo del encargado del Complejo arruinaría la reputación del pequeño y de su padre, derribándolo más rápido de lo que cualquier explosivo podría. Pero no, no les iba a dar ese gusto.

¿O tal vez sí?

Pasaron las horas y a pesar de enfrascarse en las conversaciones de los hombres influyentes, de encargar al mesero la mitad de la carta de bebidas y de bailar incluso con la SEÑORITA Dolores, no logro despegarse de la atractiva y misteriosa invitada. Los inquisidores miembros de la sociedad se fueron retirando en lo que consideraban ya una fiesta “incontrolable” y la desconocida le acechaba como si fuera el momento de su llegada. Quizá la señorita no estuviera pagada y en verdad se había prendado del flamante ingeniero, después de todo el evento era en honor del edificio que en tiempo récord (descontando los días de  paro obligados) había construido. Total, ya a esas horas y con tantas copas encima como él, nadie podría recordar nada a la mañana siguiente.

Inocente, se dirigió al extremo desde donde podía observarse el conjunto de jardines y fuentes del patio posterior, un punto que el sabía era difícilmente visible desde la explanada. Un par de bocanadas de aire y la famosa mujer estaba de pie a un lado suyo.

- “ Así que la damita decidió buscar esta noche un ingeniero joven y afamado al que conquistar ¿no?”

- “Se te olvido humilde y caballeroso.”

-“Cierto, cierto, eso también. Pero dime, ¿Por qué de pronto acercarse al centro de la fiesta? ¿Querías fotos? ¿Rumores? Todo eso a esta hora y en este lugar ya son imposibles, me temo que lo que ves es lo que hay, aunque al parecer para ti es más que suficiente.”

-“¿Hace cuánto que no estas enamorado? Haces demasiadas preguntas cuando en realidad, por como estás y en donde estás, ya no te interesa saber la respuesta.”

-“¡Ah!… mmm… ¡Ya…..!

lustFue lo último que el ingeniero  pudo pronunciar antes de ser devorado pasionalmente por su interlocutora. Tantos años de creer conocer el beso francés para que en unos segundos conozca eso y lo que le sigue. Manos, roces, suspiros y demás “formalismos” propios del acto se sucedieron rápida y abundantemente. Vio luces, pero no sabía si eran reales o producto de sus sueños volviéndose repentinamente realidad. Adrenalina mezclada en un coctel de hormonas que incluso la ebriedad le cortó: Era un placer desconocido y agresivo, intrusivo y apabullante. La definición de lo no definido, el placer peligroso que siempre imaginó pero nunca había conocido. El anillo de su madre podía quedarse en el dedito a cinco horas de ahí, aquí tenía un par de manitas que salieron más traviesas que todo el cuerpecito enfermo al que pertenecía.

Qué sucedió después es irrelevante, de alguna manera u otra regresó a su casa, abrazó a su prometida, anunciaron el compromiso a sus respectivos padres a la mañana siguiente y después de poco más de un mes, se disponía a casarse. Hasta ese día, no había vuelto a saber de la desconocida abusadora a la que creyó conocer como Malena, pero uno nunca sabe: Tal vez y sólo tal vez, durante el “que hable ahora o calle para siempre” haga su aparición la tentadora indomable para reclamar la infidelidad del candidato a marido. Quizás hasta un par de fotos lleve, quizás quiera demostrar su acusación en vivo… ¿Sobreviviría a eso el incipiente “señor”? De no hacerlo aguantaría al menos hasta la parte de la demostración…

La primera estaba desprevenido, recuerdo menos de la mitad, pero esta vez con la familia, la prometida y el templo de testigos… ¿Cómo se sentirá?

wedding

Una vez probado el fruto del pecado es muy difícil dejarlo de tomar.

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