1 de febrero de 2011

Del amor y otras circunstancias



(CC) the_quick_nick/Flickr

De vez en cuando en la vida de cada ser humano brotan de la nada pequeños momentos de lucidez en los que uno es capaz de comprender el sentido de su vida e incluso alterar el curso de la misma. En un fenómeno extraño y seguramente emparentado con el milagro, entiende quiénes son los buenos y los malos; las intenciones sinceras y las ocultas; los verdaderos anhelos y las tentaciones absurdas.

No es de extrañarse que una vez inundado por este trance de revelaciones oportunas y acciones ventajosas un sentimiento de felicidad provoque decisiones un tanto aceleradas. Es por eso que la primera conclusión es nunca tomar decisiones durante la euforia de una emoción, no importa si ésta es triste, alegre, molesta o dolorosa.

(CC) Arbron/Flickr
De cualquier manera durante este lapso de tiempo se es extremadamente susceptible a las demostraciones de afecto y las maliterpretaciones presurosas.
Con sólo un poco de estímulo se producen poderosas respuestas, siendo las sonrisas, los abrazos y los comentarios en extremo inspirados las principales muestras. Lo que es más, los recuerdos generados se fijan con tal grado de fuerza que generan otros estímulos, provocando una reacción en cadena tan duradera como la calidad de las respuestas.

Súmese a eso un aumento en el contacto físico con ciertas personas y la explosión de la creatividad para encontrar nuevas formas de retener a las mismas y se tiene una semilla de amor potencialmente duradero que con los cuidados adecuados puede derivar incluso en una familia tradicional y acogedora.

Es así como se pasa del total desconcierto al perder el sentido de la vida al impecable amor que logra un lazo insoluto,  pasando por la sorpresa de reencontrar un destino  claro y cumplido, el júbilo de comprenderlo, la alegría de compartirlo celebrando en la diminuta localidad de uno mismo y la amistad por conocerlo en la semejanza de un festejo correspondido.

Una cadena de sucesos imperfecta que a pesar de su fragilidad puede llevar a un resultado perfecto. Todo depende de la disposición inicial del mencionado individuo y de las circunstancias en que reciba el exótico ofrecimiento.

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Más que nos terminen estas notas sin las consideraciones que eviten desaciertos. Dado el origen de ésta capacidad empática de extraordinario efecto, es común que la atracción no sólo ocurra en una ocasión, sino en tantas como estímulos permita crear el ya mencionado contexto. Esto lleva al clásico dilema sobre querer a una persona por encima del resto.

(CC) mockney_piers/Flickr

Sin intención de polemizar, pero con toda la iniciativa de engendrar en otros justo eso, creo prudente afirmar la absoluta posibilidad de querer varias personas al mismo tiempo. Siguiendo principios de sustentabilidad, diplomacia, higiene y administración del tiempo ¿Por qué no querer a más de dos (sí, más de dos) mujeres únicas y complementarias si se tiene la decidida intención (sea secretamente o no) de hacerlo? Los argumentos a presentar para su validación son muchos y muy variados, pero la sola idea de permitir difundir una emoción tan inspirante y positiva a más personas debería convencer a la mayoría de los escépticos.

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