Imagen por Mr.Jesce Photographer
Con el paso de las épocas siempre existen relatos perdidos, trozos de historia que por temor o por vergüenza la gente prefiere ocultar. Hubo una época en la que reyes, caballeros y castillos dominaban los paisajes boscosos de Europa. Feudos en los que un solo hombre poseía el control de objetos y personas por igual. Más no en todos los lugares era así: Sucede que en una aldea al sur de Francia, se vivía una realidad diferente.
Ahí el señor feudal, desde lo alto de su castillo, dominaba el valle donde su villa, aún sin nombre, crecía lenta pero vigorosamente. Como cualquier noble, exigía un tributo a sus vasallos, que ellos sin ningún problema podían satisfacer. La verdadera autoridad ahí era un consejo de pobres mendigos sin más poder que el de su locura y sus especiales habilidades. Eran la Corte de los Tontos.
Sus miembros se reunían cada primera noche de luna llena en un establo para discutir los asuntos de la villa mientras trenzaban las crines de los caballos que montaban. Curiosamente sus ideas siempre se cumplían gracias a sus “habilidades”: Uno, el fuerte, nada más gruñir todos le obedecían. La más joven de ellas, tenía una belleza tal, que no había aldeano (o guardia) que se negara a cumplirle sus caprichos. Otro de los hombres, era el ladrón perfecto, y es que tenía una astucia tal que pareciera que la víctima de sus crímenes fuera él. El otro hombre gozaba de una popularidad entre los habitante que ni su apariencia, ni sus nulas posesiones y logros justificaban, pese a ello nadie le negaba ayuda y atención. La presidenta era el caso más interesante de todos, pues ella sería una pueblerina común y corriente de no ser por su locura y por una suerte monumental que desde recién nacida la ha acompañado.
Una de tantas noches, la corte se reunió a deliberar sobre temas de suma importancia como lograr que una gallina recorriera la villa entregando pequeños recados y paquetes (aunque nadie supiera leer). Claro, el problema estaba en la dificultad de la gallina por recordar que calle ya atravesó y cuál no. Además su agenda consideraba dictaminar el procedimiento para terminar con una amistad. Fue este tema, más que el de la gallina, el que consumió el mayor tiempo de esa noche.
-“¿Pero para qué quieres terminar una amistad?” preguntó el popular. “¿Acaso te ha resultado demasiado caro saludarle en las mañanas?”
-“No creerás que siempre acertamos en nuestras elecciones con personas ¿o si? ¿Qué tal si las cosas no resultan como se pensaban?” dijo el astuto.
-“¿Tan pronto hablando de tus experiencias?” Dijo la bella. “Espera a que lleguemos a tu ajuste de cuentas con el mercader.”
-“¿Pero quién ha hablado algo sobre objetos?” respondió. “Aquí lo que sucede es que simplemente una persona…”
-“Que no eres tú” dijo la suertuda irónicamente.
-“Si claro, que no soy yo, ha decidido que es mejor alejarse de otra.” terminó el astuto.
-“No sea que después le acuse…” susurró la bella.
-“¡Que no he sido yo!”
-“Bien, que no has sido tú, la causa poco tiene que ver con la forma. ¿Ideas?” preguntó la presidenta.
-“¿Que soy el único que cree que un golpe zanja el asunto?” gritó el fuerte mientras arrancaba unos cabellos de su pobre caballo.
Todos menos la bella respondieron “Sí” , razón por la cual tras miradas sorprendidas incluso del fuerte, se hizo un largo silencio hasta que la presidenta dijo:
“Alguien dígale al tabernero que necesitamos algo de vino, con un barril será suficiente… ¿Alguien ya trenzo medio caballo?”
Luego de medio barril consumido, las ideas menos violentas comenzaron a surgir.
-“Bueno, ¿y si solamente le dejara de hablar? Tal vez tuvieras que evadirle un poco, pero ¿qué mas da?” dijo el popular.
-“¡Claro! y así acompañas a la gaallinaaaa en su recorridooo jajaja eso es mejor que mi ideaa del golpeee admiteloooo”
-“¡Bah! ¿Y también me hago su amigo no?”
-“¡Perfecto, noooo se diga máaas: Caso cerradooooo! ¿Pero qué es esto? Oooh… perdón caballitoooo, ahi va un pocooo de alcohoool para que no duelaaaaa… Eey pero no todoooo…. ¡Malditaa bestiaaa!”
-“Yo sugeriría que inventaras una de tantas historias que usas para escapar. Si quieres puedes involucrarme a mí como una amante celosa que no soporta esa amistad, seguro que lo cree”
-“¿A sí? ¿Y de que clase de amante estamos hablando?”
-“¡Una que no puedes tocar!”
-“¡Pero así nadie lo creerá!”
-“Mmmm… es cierto, olvídalo. Jajajaja Además hay un guardia que seguro te quisiera asesinar si se enterara…”
-“Nah… ¡sigue trenzando!”
-“¡Lo tengo! Simplemente dile que no la quieres ver más y omítela. Si vuelve a aparecer o llamar, ignórala, inventa mil pretextos, trátala como si fuera recaudador de tributo. ¿Que más da? ¡Estas loco! ¿Lo ven? Una buena trenza nunca falla”
-“Y luego por qué nos llaman tontos…”
-“¿Qué has dicho?”
-“Que por esas ideas eres la presidenta”
Al final fue lo que hizo el astuto, fue a la puerta trasera del castillo y le dijo a la esposa del señor feudal que no quería verla de nuevo, no importa cuantas tierras o poder le prometiera.
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