31 de mayo de 2011

Muñeca Rusa

russian doll

Al principio fue simplemente la apariencia. Como cualquier muñeca de su estilo, la capacidad de llamar la atención a través de los ojos es lo que hace la diferencia. Simplemente eras demasiado parecida. En los rasgos, en los ojos, a ratos hasta en el cabello, eras una bonita distracción entre la presión del día. Apariencia exaltada en la escala exacta para resultar siempre deseable y nunca excesiva.

Luego pude separar el físico del estilo. Si bien era cierto que el rostro por sí mismo era lindo, la conjunción de elementos que definían una personalidad sofisticada ayudaban a enmarcar la imagen de perspicaz y carismática. Lo suficientemente autónoma como para marcar su propio rumbo a través de la vestimenta.

Más al fondo encontré las coincidencias. Si bien es conocido que el reencuentro a frecuencia constante es la base para permitir la atención, no deja de ser interesante. Ingenuo en un principio: mismos tiempos, mismo edificios; increíble luego: misma universidad, misma ciudad, mismo país, parecía incluso que mismos pasatiempos.

Un nivel más abajo tuve un vistazo de su personalidad. Encajando perfectamente con lo que concretamente había visto y escuchado, su nacionalidad junto con otros detalles fueron confirmados. Incapaz de aplicar los estereotipos culturales de rigor, tuve que atenerme a la interpretación inicialmente aislada de datos que irremediablemente dieron pie a la idealización tan común en estos casos: independencia combinada con extraversión, intimidad acompañada de espíritu aventurero; la capacidad multifacética necesaria para adaptarse a cualquier medio, resultando siempre igual de bella pese a lo desigual de los criterios; artista aunque con reservas, sospecho que se debe más a un asunto de integración social que a un verdadero gusto. De cualquier manera es obvio que para pintar su lienzo favorito es su propio cuerpo.

Me encantaría notar lo que hay aún más adentro, sin embargo el conjunto de desafortunadas circunstancias que ha permitido la sorpresa torna improductivo un acercamiento. Más aún, las señales tan ambiguas propias de una lengua que nunca me ha sido familiar o conocida incrementan desmedidamente el riesgo. Así pues pese a toda posible perspectiva, y a reserva de un proceder distinto fraguado por el cielo, he de detener mi exploración de tan interesante representación femenina.

Toda una lástima pues podría jurar que en los detalles tan particulares que definen a esta muñeca rusa se encuentra la clave que descifra mi más grande misterio.

locket

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