8 de septiembre de 2009

Belleza lógica y razón armonizante

lumiere Piénsese en dos figuras humanas, ambas brillantes y de gran energía. Blancas y fulgurantes, irradiando luces y fuerzas tan grandes que ciertamente hacen orbitar la creación alrededor suyo. Entes encausados cuya aparición es aún ignorada por todos, tal vez por eso es que son ajenos al tiempo, preservando en su apariencia la juventud y atesorando en sus adentros la experiencia.

Uno es dedicado a la belleza. Con el toque de su aliento vuelve lo vulgar en sublime, lo terreno en divino, lo banal en único. De carácter cálido y afable, atrae a sus seguidores volviendo a despertar sus sentidos. Sujeto al ideal de sus sueños, cumple los estándares que a si mismo se ha impuesto, alienta el movimiento de las mentes inquietas y creativas y de él derivan los constructos armónicos que guían lo mismo al placer que al delirio.

El otro es la razón encarnada, un conjunto de leyes y principios que incesamente busca la comprensión total del universo. En el seno de los axiomas lógicos que demuestren la realidad, desmenuza cada uno de sus elementos, inquiere a los motivos de su constitución y simplifica las cosas en un puño de conceptos. Es frío y analítico, el estado en un momento solo puede ser positivo o negativo.

Son polos opuestos, aristas perpendiculares de un todo más complejo al que uno y otro sueñan comprender, pero desde el limitado panorama de su primitiva condición solo pueden imitar. A la luz que ellos emanan, todo parece oscuridad.

Mutuamente se son interesantes por lo que suelen padecer un deseo de apropiación: uno busca analizar y el otro refinar. Cuando por casualidad o intención se deciden acercar, la propia fuerza de cada uno se niega a cooperar, alejando con violencia las propuestas de unidad. Una y más veces esto sucede, desde tiempos inmemorables y hasta el último de los días. Con todo y esa reticencia, el esfuerzo de voluntades poco a poco empieza a progresar. En medio de ese choque paradójico un diálogo lacónico se desarrolla lenta pero constantemente.

-¿Quién eres? tu presencia me es embelesante.

-Soy la ciencia. ¿Tú?

- Me llaman arte.

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