18 de agosto de 2014

La teoría de la proximidad

cc-by 05com/Flickr

Quizás no sea del agrado de muchas personas, sobre todo aquellas que tienen una pareja, pero luego de reflexionar un poco sobre qué permite a dos personas tener una relación, parece bastante obvio que además de los clásicos argumentos que se dan, se trata también de estar cerca. En otras palabras, las relaciones amorosas son en buena parte una cuestión de proximidad.

No hay que pensar demasiado, sino imaginar por un momento los millones de parejas que existen en el mundo, sean novios, esposos, amantes, etc. Todos ellos tuvieron (y tienen hasta el momento) la fortuna de estar cerca físicamente el uno del otro, independientemente de la manera en que se conocieron, los rasgos que les atraen, los rituales y estrategias que usaron para conocerse y demás parafernalia del amor.

Es tan claro que parece obvio tener que detallarlo. Algunos se habrán conocido en el trabajo (relación Godinez), otros en la escuela (amor adolescente), otros en un bar o antro (ligue), algunos más en un pasatiempo común, en el transporte, en la colonia... En algún lugar donde frecuentemente ambos pasan una considerable parte de su tiempo.

Si nos ponemos creativos, hasta la gente que se conoce en un mismo sitio de internet que visitan mucho esta "cerca" el uno del otro.

Lo curioso es que a pesar de la evidencia contundente, sobrevive el mito del amor verdadero con la media naranja. Esa relación uno a uno a escala mundial donde solo un par exacto de personas es el que puede traer felicidad. El "amor de mi vida" pues.

Si esto fuera cierto, ¿no es muy conveniente que esos pares siempre nazcan/vivan/existan en las cercanías? ¿Por qué no es al menos igual de común la historia de "quiero conocer al amor de mi vida pero no hay nadie que se le parezca en 3000 kilómetros a la redonda?
Mapa del corazón de una mujer. Anónimo. Dominio Público. Wikimedia Commons
Y sin embargo no sucede así. Quien viaja al fin del mundo aún encuentra quien lo haga sentir mariposas. Quien se queda toda su vida atendiendo el puesto familiar en el mismo mercado de siempre también encuentra a la/el dueña/o de sus quincenas. Después de todo, por muy exigente que sea la persona, los miles de millones de humanos que poblamos el planeta somos suficiente variedad como para proveer a cada quien del "amor de su vida" en su esquina más cercana.

Al final si la teoría de la proximidad es cierta y lo único que importa es moverse más o menos por las mismas colonias de una misma ciudad, ¿Para qué preocuparse de dejar atrás a la pareja de hace años que se niega a seguir un proyecto de vida similar?

En realidad no hay ningún problema. Ya la humanidad proveerá

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