1 de abril de 2011

Como en el primer día.

happy old manTal vez lo encuentres próximamente o ya lo hiciste sin saberlo. Un viejito que suele subirse al autobús que va directo al centro comercial. Un poco encorvado, casi nada, con la mirada perdida pero una ligera sonrisa dibujada. Siempre intenta ir de pie y durante los primeros cinco minutos lo logra, aunque luego tiene que pedir un lugar para ir sentado. Sus rasgos aunque cansados aún muestra un rostro redondo y en otros tiempos atractivo. Su ropa parece ser la adaptación libre del clásico juvenil: pantalones de mezclilla con tenis y una chamarra café de piel que se volvieron pantalón de mezclilla con zapatos y una chamarra de gabardina.

No lleva bolsas, ni un periódico, ni siquiera una cartera; sin embargo siempre baja frente al centro comercial y se pasea. No mira los aparadores, no le interesan las ofertas, simplemente ve a las demás personas.

honey eyeAlguna vez bajé con él y le pregunté por qué hacía lo que hacía. Me dijo que no hace mucho tiempo allí conoció a una chica tan bonita y agradable que casi instantáneamente se enamoró de ella. Todo le gustaba, su cabello castaño que apenas se ondulaba, la sonrisa de niña tierna que combinaba perfectamente con los ojos miel que cautivaban, las mejillas siempre rosadas, la actitud siempre espontánea. Tanto fue su interés que le pidió a su amigo Ernesto que hiciera lo posible para conocerla. Luego de muchas vueltas y algunos tropiezos el pobre pero leal amigo no logró su cometido, pero al menos pudo averiguar cómo se llamaba. Aquella chica era Angélica.

cheeky girl

Los siguientes fines de semana la volvió a ver y como buen y tímido caballero le llevaba notas y presentes, mismos que hábilmente lograba esconder en su bolsa mientras ella no veía. Le escribió poemas, le dibujó retratos y le dedicó canciones. Finalmente, luego de muchas mini cartas se decidió a pedirle una cita. En su nota claramente le decía «Nos vemos el próximo fin de semana a las 2:30 en la salida que da hacia el edificio de oficinas».

Aquel fin de semana se puso su chamarra de cuero «esta misma que ves» me dijo y sin nada más que unas monedas en la bolsa se fue hacia la plaza. Estaba lleno de emoción pues Ernesto le había llamado para decirle que una de las amigas de Angélica le había dicho que Angélica le había contado que por fin conocería al admirador secreto que tanto le gustaba. Era su oportunidad, por fin su sueño se cumpliría...

Sin embargo al llegar al lugar y hora convenidos no la encontró. Entro de nuevo a recorrer los pasillos del centro comercial, sin ver los escaparates ni fijarse en las promociones. Simplemente viendo a la gente. Luego de algunas vueltas se tranquilizó pensando que tal vez ella tuvo un imprevisto y sin duda el siguiente fin de semana aparecería. Así que ocho días después nuevamente se puso su chamarra, tomó el autobús y recorrió la plaza.

«Ahhh qué Angélica, seguro anda de despistada... pero ya aparecerá. Porque Ernesto me lo dijo ¿verdad?»

Y así parece que ha pasado más tiempo del que él se ha dado cuenta. Pero eso no significa que su sonrisa decaiga, ni sus ganas disminuyan. Así como el primer día él seguirá buscando a la primera chica que lo cautivó con su sonrisa, sus ojos y mejillas.

bus goes

1 comentario:

  1. wujuuuu!!! preciosa historia!! ke bueno ke te des tiempo de escribir =3

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