20 de diciembre de 2013

Triste e injusta vida

Porque hoy ganas y mañana pierdes. Porque los triunfos de hoy pueden ser la causa de la derrota mañana. Porque la confianza rara vez es recompensada. Porque la vida no juzga, y al no hacerlo permite hacer todo sin responsabilizarse de nada.

Es una conclusión a la que todos llegamos tarde o temprano. Somos piezas de un juego prácticamente infinito, donde un desastre en nuestra vida no deja de ser parte de los efectos colaterales. Llámese un raspón, la pérdida de un miembro, una enfermedad crónica, la muerte de un ser querido. Todo es parte de un continuo. La vida sigue su cauce, y en él no repara en nuestros detalles.


Fácilmente dan ganas de llamarla injusta o ingrata. Después de todo lo que nos da lo hace solo cuando esta obligada por las circunstancias. Después de todo pensarla como una criatura animada es una forma de aligerar la frustración de ver como a la primera posibilidad perdemos lo que ahora ya nos hace falta. Así es, tan ajena, tan fría. Tan llena de todos que a cualquiera le puede parecer llena de nada.

Consume nuestro destino, devorando cada precioso segundo de nuestro tiempo sin avisar ni mediar palabra. Cada uno puede tomarla con el mayor optimismo y esperanza del que sea capaz, y de todas maneras, siendo completamente objetivos, esos intentos no serian mas que eso, distorsiones pensadas para hacernos mas sencillo el despertar por las mañanas.

Es injusta pero no tiene culpa. Es triste sin siquiera saber el significado de la palabra. Es gracias a que nosotros somos. Su nombre y los momentos que gloriosamente la caracterizan son nuestros, y a pesar de ello se empeña cada día en alejarse, en arrancarse de nuestros cuerpos. Así es de origen y sin maquillajes la vida. Por mas que la maquillemos, forcemos,  critiquemos o menospreciemos, permanecerá así: triste e injusta. Vida querida y vida sufrida.

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