23 de mayo de 2010

En un claro de bosque. (IV)

Un aroma que encandilaba llamaba a seguirlo incondicionalmente, como acariciándome a cada paso que daba. En la amplitud de un bosque nocturno aparentemente vacío, solo un aroma me mantenía unido a ese sueño. Por primera vez vi la luna, y embelesado por ella, no me di cuenta cuando apareció el primer destello rosa.

325914045_17f703d5f5_o La fuente de aquel aroma no era nadie más que una diminuta hada rosada. Tierna, indefensa y coqueta, jugaba con hongos más grandes que ella. Totalmente hipnotizado por la esencia que emanaba, e imaginando qué pasaría, seguí el juego que insinuaba y la toqué. Apenas un roce fue suficiente para entrar en ese éxtasis mágico. Misma sensación, pero esta vez con un aroma rosado y perfumante. Iba a tocarla de nuevo cuando la pequeña huyó de mi dedo. Pensé haberla asustado, pero me seguía sonriendo. Intenté una vez más, pero volvió a esquivarme con un aleteo. En vano intente volver a hacerlo: cada vez que lo hacía una sonrisa me evadía, incapaz de dejar de incitarme de la misma manera que no podía dejar de tener miedo.

4245755581_4b04a0d9dc_b Tal vez fuera por ese miedo suyo que de un momento a otro el aroma cesó. Los destellos rosas desaparecieron y en su lugar aparecieron pequeños puntos de oscuridad. El hada rosa que jugaba y sonreía, creció y se convirtió en un hada negra que con sus ojos cerrados me intrigaba al tiempo que me daba serenidad.

Fue de pronto que empecé a soñar cosas. Veía como amanecía, lograba todas mis metas y de nuevo en casa disfrutaba de una feliz vida. Luego imaginaba largas tardes de abrazos afectos ante un sol que poco a poco se ocultaba. Imaginaba tener riquezas incomparables, el poder sobre naciones y la fama de una leyenda. Mi mente se llenaba de vistosas nubes que me auguraban un buen destino, aunque en el fondo sabía que ninguna de ellas era cierta. A pesar de la sonrisa que me dibujaba soñar todo aquello, mi conciencia recordaba que estaba en un claro de bosque, con un hada negra que era feliz aparentemente de la nada. Cuando quise cuestionarla, más visiones llegaron a mi mente, llegando a tal grado que la realidad, si es que aún había algo de ella, se mezclaba con la ficción en mi cabeza.

450592240_2dbdd74fab_b Asustado por el poder de aquél pequeño ente, me escabullí entre el follaje buscando la salida. Ya no quería saber más sobre hadas y claros. Lo que yo entendía como juego resulto ser un calvario y luego de andar a la deriva sin medir el tiempo, el cansancio me impedía seguir adelante. A lo lejos podía ver una luz intensa, debía de ser el sol anunciando el próximo amanecer en los límites del bosque. A pesar de ello mi fatiga era grande y aunque con quejas tuve que recostarme a descansar… en un claro de bosque.

Apoyado en un tronco y abrigado por unas frondosas ramas, cerré los ojos con la esperanza de que al despertar podría al fin salir de aquel bosque hechizado y lleno de hadas. La luz poderosa atravesaba mis párpados, pero ello en vez de molestarme me daba confianza. Tan cálida y constante, en nada se parecía a los destellos que había estado viendo toda la noche…

O al menos eso creía.

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