23 de mayo de 2010

En un claro de bosque. (III)

Al llegar alcancé a ver el rastro dorado que se alejaba, quedándose únicamente el hada morada. De complexión más robusta y con ánimos exagerados, tenía un cofre lleno de lo que parecían ser golosinas. Tomó una, se acercó y con una sonrisa la puso en mi boca. Su sabor era inusual, una mezcla de frutas con azúcar y algo de miel. No había terminado de comerla, cuando ya tenía otra esperando a que abriera la boca. Después de un rato, y a pesar del dulce sabor inicial, el empalago ya era inevitable; sin embargo la hadita parecía no entenderlo. Por más que se le dijera que no, insistía en seguir dando sus dulces, convirtiéndose en una pequeña posesiva cuyo pensamiento no se podía cambiar. De manera un poco dura, logré escaparme de ella, no sin antes tener que destrozar su preciado cofre.

  Corrí sin descanso para evitar encontrar destellos morados. De tanto hacerlo, las gotas de sudor se agolpaban en mi frente, el aliento me faltaba y la sed era insoportable en mi garganta. Afortunadamente llegué una vez más a un claro. En él abundaban los hongos blancos y los destellos azules, creando una atmósfera fresca y relajante en la que una hada alta se paseaba.1817508272_cb9001d5de_b

Al verme llegar dio algunas vueltas alrededor mío, creando una corriente de aire fresco que al tocar mi piel la secaba, y al entrar por mi boca me devolvía el aliento al mismo tiempo que me hidrataba. Luego de un rato no quedaba rastro alguno de las golosinas o de mi cansancio. Entonces sin más aviso tocó mi mejilla. Con su gélida manita estimuló cada centímetro de mi cuerpo, abriendo cada poro y estremeciéndome por completo. Con la pupila dilatada, en éxtasis y con el corazón a todo lo que daba, la vi desvanecerse. Tan fugaz y vacía: apenas tentadora en un pequeño instante.

Desilusionado pero revitalizado emprendí de nuevo la marcha. La fuerte impresión que había dejado el hada azul hacía que caminara sin rumbo, al punto de perder todo rastro y esperanza de encontrar un nuevo claro. Cuando ya me daba por perdido, un olor atractivo me devolvió al camino.

Tal vez habría más claros después de todo.

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