5 de noviembre de 2009

Sol, música y viento.

mount

Sobre montañas y al paso de un ritmo que sabe a tradición, el caminante refresca de a poco su viciado pensamiento. Con palabras que resuenan en su cabeza surgen las diferentes interpretaciones para liberarle de su congoja.

Después de todo es posible tener un error al final de un cúmulo de aciertos. En el subjetivo terreno de los sueños, la suerte se torna aún más impredecible y las intenciones son las omnipotentes directrices de un destino para algunos adverso.

Era totalmente irónico encontrarse en la amplia inmensidad del típico paisaje accidentado y sentirse sobre de ello plenamente encerrado. Las limitaciones propias del ser humano de pronto se volvieron férreos grilletes que le impedían abrir las alas y volar.

Ahí, en medio de toda esa calma e impasible devenir del tiempo es donde pudo vislumbrar la solución de su enigma. El ser humano, en el misterio de su naturaleza tiene la curiosa habilidad de tener intenciones ocultas y contrarias a las que conscientemente puede o quiere admitir.Una suerte de ‘akrasía’ inteligible e involuntaria que vuelve la apertura en cerrazón, la verdad en mentira, la causa justa en alta traición.

Sobre todo cuanto compone la creación quiso su Autor colocar la libertad de su máxima creatura. Sobre las fuerzas impetuosas que dominan las bonanzas y los cataclismos colocó la esencia humana para provocarla o prevenirla. En las manos de cada hijo de Adán descansa el poder de elegir un destino mayor al que su fugaz vida podría comprender.

Y es así como de una intención, de un sueño y de un esfuerzo se logra apuntalar la fuerza para cerrar más la puerta y abrir más la herida. En ese acto de injustificado proceder se manifiesta en su grandeza la plena libertad.

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