-"Con qué soñando de nuevo en el baño no? No ya habíamo s hablado de eso?"
-"Eh? Ah perdón. No me fije que me había tardado..."
-"Ni de eso ni de que no has hecho nada! No te va a dar tiempo luego, yo que tú..."
-"Si, si, si, ahorita me apuro..."
Cierro la puerta y dejó afuera la ciudad y esta vida. Vuelvo al trigal de las lomas que daba al arroyo y veo las nubes pasar en un tranquilo desfile. El aire me trae de nuevo tú aroma, como si no tuviera ya suficientes recuerdos tuyos.
Al instante las imágenes se proyectan en el cielo y tus ojos ahora me vigilan desde lo alto... Que cosas... Si me lo hubieran dicho antes no me lo creía, pero así es la vida: siempre cambiante. Como las aguas del arroyo, con las que una vez nos salpicamos y ahora se me hacen las mejores aliadas para lavar el pasado.
Paso un rato callado y luego un "Pero no se puede" sale de mi boca. Ayer el cura lo dijo bien claro a ti, a mi y a toda la gente del pueblo. Creo que para asegurarse de que se iba a cumplir, aunque conociéndolo era un chisme demasiado bueno para desperdiciarlo.
-"Pero como se les ha ocurrido semejante atrocidad?" "Mira que de el lo entiendo pero Clarita? Con lo devota que se ve! A lo mejor y ya hubo encarnación y quieren encubrir el milagrito"
-"Hay padre, pero como puede decír esas cosas? Si usted sabe que pueden pensar en eso pero no hacerlo! Cada quién en su convento, ni modo que el espíritu santo haga las entregas!"
-"Hija no blasfemes!"
-"Pues no me dé con que! Además que se enoja si apenas se estan preparando. Tienen derecho de cambiar de parecer, que no?"
-"Pues si hija, pero eso no está bien. No, no, nada bien."
-"Con que no está bien..." me oigo decir. "Pues no creo que el Vaticano excomulgue a dos cristianos que hayan cambiado los hábitos por los anillos. Mejor que acepte que cuando el quiso hacer lo mismo lo dejaron botado."
Ante mi había sólo dos panoramas. El primero, aceptar que el padrecito era el Vaticano en esa tierra de nadie y hacer un voto de castidad que siempre estaré tentado a romper. El segundo, romperle la autoridad (de momento nada más) al padre y dejarle botado el puesto, pero eso si, viviendo en carne viva eso que mató al hijo de Dios: el amor... Claro, algo rebajado, como café de calcetin...
Estuve ahí tirado viendo como atardecía mientras trataba decidir. De pronto recordé que fray Dagoberto en uno de sus sermones que si oí, hablo de la ley del mal menor, que yo resumo en: siempre vete a Guatemala y nunca a Guatepeor...
En eso estaba soñando cuando la puerta cayendo contra el suelo me trajo al presente.
-"Bueno tú piensas que la Divina Providencia va a servir los platos o que? Ya reacciona!"
-"Ya voy fray Godofredo, es que estaba en oración profunda, ya ve que ahora la gente no se decide por lo que de veras quiere..."
A que cosas, la vida que cambia...
Ana Victoria - Sie... |
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