Casi la totalidad del año ha transcurrido y los recuerdos de tantos días empiezan a ralentizar el ritmo que llevo en mi vida. Ha sido un año grande, lleno de mucho retos y de muchas cosas que dejaran su huella: rostros, sensaciones, escenas irrepetibles... Todo guardado como parte de una sola colección llamada vida.
Es curioso como no podemos parar el ritmo tan agitado de vida que tenemos. Siempre buscando algo que hacer, con el sentimiento de culpa si no logramos hacer todo lo que "tenemos" que hacer. Aún nuestras tradiciones se ven afectadas: ¿A qué punto hemos llegado para que estando en pleno Día de Muertos ya veamos a Santa Claus en los aparadores? Y pero aún, ¿Qué hace Santa Claus ahí? ¿No se supone que los Reyes Magos son de aquí? Es un poco decepcionante que adelantemos tanto las festividades, como si quisieramos desesperadamente poder celebrarlas. Pero cuando al fin llegan, pierden su chiste, la magia en ellas se pierde y buscamos en el horizonte cronológico para de alguna manera conseguir una felicidad inexistente.
¿Producto del capitalismo? Es mu probable. ¿Pérdida de costumbres? Suena a lo más lógico. ¿Por qué lo hacemos? Esa es la pregunta de los cien millones. Lo peor es que cada vez es más común; cada vez se adapta más a nuestra tradición, y el estrés que le es inherente ya parece un viejo conocido.
¿Por qué seguir ese esquema? No es cierto que nos lleva a mejorar. Sino preguntenle al pobre medio ambiente. Más d euna vez nos han dicho que la felicidad no esta en los bienes materiales y aun así seguimos en el mismo camino. Nos decimos inteligentes y sin embargo cometemos más veces el mismo error que la más tonta de las ratas de laboratorio (sin agraviar a la rata).
Muy contrastante es la historia de un inglés, que ha decidido tomar un esilo de vida diferente. Toda una ironía tomando en cuenta que los valores victorianos que rigen a nuestra sociedad (esfuerzo, trabajo, agilidad) provinieron precisamente de ese país. El hombre en cuestión edita (cada vez que decide que es tiempo para ello) una revista de nombre "The Idler". (traduciría el nombre pero últimamente mi inglés no anda por su mejor momento.) en ella habla de como llevarse la vida más tranquila y más ligera. Aunque no lo parezca, este personaje podría ser un cuerdo pionero desafiando las leyes de un mundo lleno de locos.
¿Por qué no seguir su ejemplo? Hasta ahora ya va tres veces que sé de él en tres medio de información de muy diverso alcance y sin duda eso significa que ser huevón en serio no te hace un don nadie después de todo... Hasta parece un camino correcto en una época donde ir más rápido nos esta llevando practicamente a la extinción.
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