8 de noviembre de 2010

Sensación precoz

bar vacío

Recién regresando de un rancho me detuve en un bar del camino para descansar y comer un poco. Al llegar el local estaba vacío, sólo el tendero miraba la tele colocada en la esquina mientras secaba unos vasos. Tal vez por su aburrimiento dentro de poco me empezó a platicar.

Dijo todo lo que se espera oír de alguien así. A medida que yo ingería más alcohol sus temas “de hombres” se sensibilizaban más. Hasta ahí nada fuera de lo usual. Sin embargo, luego de un rato empezó a hablar de la sensación precoz.

Por obvias razones no puedo recordar todo lo que dijo. Más de lo que recuerdo creo que deberían dar cursos y pláticas. Más o menos decía así:

La cosa es sencilla, así como hay hombres que cuando se acuestan no aguantan mucho parados, hay hombres que estando parados no aguantan mucho tiempo “acostados” o calmados pues. Nada más cruzar palabra con una señorita que les parece atractiva ya se desviven por conocer todo de ella y llevar la “relación” a sus últimas y disque sensibles consecuencias. Yo digo, para que tanta emoción si ni acostón va a haber. Esos pelados se contentan con cualquier manita sudada siempre y cuando llegue rápido. Y así de apurados son los canijos que ni esto pueden conseguir.

Cuando quieren, la mujer ni enterada, apenas y los reconoce. Se desaniman y la dejan de tratar como deberían, así que cuando ella ya podría querer saber algo de ellos, no lo hace porque ya conocen lo peor de sus mañas. Han salido a flote sus más bajos instintos por culpa de un despecho acelerado o un deseo excesivo…. Por más que le busquen, a esas alturas el barco ya está más que hundido.

Simplemente no pueden esperar a contagiar debidamente lo que sienten. En vez de eso simplemente llegan apabullando a la pobre muchachita que de buenas a primeras no sabe que le pasa al fulano que cada día se pone más raro. ¡Si hay que saber respetar! No que luego a invadir el espacio, a hacer preguntas indiscretas, a exigir un compromiso. ¡Ese paso no hay quien lo aguante! ¡Si hay que ser!

Luego luego quien no se enoja se desespera, y las más inocentes y nobles intenciones que un hombre puede tener con una mujer se ven destruidas por no permitirse un momento de explicación ¡pa’ que el caldo agarre sabor!

Pero oiga bien lo que le digo algún día aprenderán, y si no pues solitos se irán a la tumba. ¡Haber si así se acaba la sensación precoz!

solo

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