Mientras llueve, el cuarto donde se encuentra desde ya hace unos días, permanece quieto y en silencio. Ni siquiera un monótono zumbido le hace compañía. Al tratar de hacer memoria sobre sus ultimas vivencias, encuentra breves momentos de alegría envueltos en duros letargos de soledad. Ya sea con gente alrededor o sin ella.
Dentro de su corazón, un sentimiento de resentimiento se va gestando poco a poco. Sabe que es malo, que no debería estar, pero las palabras que lo golpearon aún resuenan en su interior. Desprecio. Lo que más le duele y lo que últimamente ha dado. Ojalá y pase pronto, al menos tan rápido como espera que pase la tormenta.
Esperanzado en encontrar un poco de aire, abre la diminuta ventana que da hacia el prado que algunos años atrás su padre poseía. Busca el horizonte, en incluso llama deseperado al ocasional viajero que pudiera estar en ese momento. Tal vez por la ansiedad de oír una respuesta o por que en verdad asi fuere, oye murmullos que preguntan; parecen interesados en escucharle. Así, sin saber a ciencia cierta que le preguntan, el conversa en medio de la lluvia con aquellas sombras que desde la nada le confortan.
Tras un rato de interés, descubre que esos ecos le suenan cada vez más apagados. Cae en la cuenta que poco a poco el ha inventado más y escuchado menos. En medio del ruido ambiental, las supuestas conversaciones se vuelven vanos intentos por escapar de aquel sitio que supuestamente es su refugio.
¿Por qué no salir? ¿Acaso hay algo tan malo que no puede ser enfrentado o lo bueno que existe es tan pequeño que no merece el esfuerzo de dar un paso más allá? Seguridad es la única razón que viene a su mente.
¿Qué vale más? ¿Existir seguro durante un eternidad, mientras oyes murmullos de sombras a lo lejos o arriesgarte a vivir tan siquiera un instante en el siempre cambiante mundo que habita fuera de tus límites?
Incapaz de dar un respuesta, se queda en un profundo juicio mientras las gotas golpean incensantemente las paredes que a la vez le protegen y le dañan.
Cuando miro la ventana estaba lloviendo? En estos dias en los que las gotitas se mezclan con el sudor del caminante, me gusta saltar en los charcos y ver la desfragmentacion de la luz. Me encanta que los carros me mojen y caminar en la noche mientras todos escapan del mar que cae de vez en cuando, ese cuando de cuando los angeles, o lo que sea que viva arriba se pone a llorar... espero de todo corazon que eso sea llanto. Y de repente, la luna se pone enorme y naranja, como quien dice, aguas que ahi te voy y salta encima de nosotros, da un salto mortal y se vuelve a ocultar, y de pronto.... deja de llover y regresas a la ventana donde estabas melancolico... asi se siente cuando uno se gradua... pasan mil cosas magicas al rededor, y de pronto uno regresa a comenzar algo que despues debera terminar con tal de ver llover y brincar a la luna.
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