Hay veces en la vida que es difícil entender porque bien más bien da mal. Las cosas van a un ritmo tan acelerado que terminan cuando ni siquiera han comenzado, y aquellas que deberían suceder nunca llegan a la realidad. Vaya que pasa, sobre todo cuando más nos duele. Muchas veces los eventos que no podemos retener son los que más marcados dejan aquel órgano con el que solemos volar y por las nubes pasear.
Amor y amistad. Dos palabras que han perdido su verdadero significado gracias a las ideas que a diario nos invaden, reduciéndolas a simples motivos de celebración y consumo. Pero en ocasiones como esta es cuando comprendo su verdadera dimensión.
Aunque me da miedo pensar que he logrado pensar como no se supone que debiera, me alegro de poder entender aquel mundo paralelo y complementario que tanto me fascina. Si ella quiere conservar una amistad es porque sabe que así preserva un sentimiento puro que puede perdurar; algo que vale mucho más que los breves instantes de una pasión inmadura. Es triste que haya necesitado tantas repeticiones para comprenderlo, y aunque me complace conocerlo, siento que así estrecho aún más el camino para encontrarte a ti...
Cada día va creciendo ante mí y conmigo una cadena de afecto no correspondido que con el simple devenir añade eslabones, rostros afables que sin querer padecer otorgan su cariño a quien irremediablemente lo regalara a alguien más.
Así está quién guarda el secreto de su atracción y aún más reprime sus impulsos, a sabiendas del fin estéril que tendrán. Le sigue el artista que armado de verso e inventiva, crea el paisaje que sus sentimientos quieren ver. A través de él quiere invitar al bello ser, la hermosa musa que inspiró su creación. La citada persona luego alimenta su belleza, renueva su semblante y otorga su exquisita sonrisa al último eslabón, que en lo más profundo de sí anhela responderle. En vez de hacerlo, lucha por no dejar ver aquello que sus ojos revelan, escondiendo la mirada, haciéndola volar sola al horizonte, como buscando alguien más en quién depositarse. Quizás llama un par de ojos nuevos que extiendan aquel conjunto de belleza, virtud y arte un poco más.
¿Qué es lo que más te gusta sentir? Es tan lógico como preguntar qué aire te gusta respirar más. Son todas, y no sólo una, las sensaciones que nos hacen vivir. Con su aroma particular, que podemos querer u odiar, nos dan el aliento, el pulso para seguir viviendo.
Entonces si podemos querer u odiar, negar o amar ¿ Por qué desechar el amor que por pertenecer a la cadena tan gentilmente se nos da? No nos forcemos a sentir dolor a nosotros ni a los demás. Mejor disfrutemos la calidez de un sentimiento que quizá no deseamos, pero que afortunadamente ahí está.
P.s. A quién he decepcionado pido una disculpa y otra oportunidad. A quien he herido quiero decirle que lo estoy pagando. A quien quiero en verdad quisiera decírselo ya, pero temo conocer el cruel final.
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