10 de agosto de 2009

Nadie lo entiende más que el perro…

bonfireMientras esperaba a que pasara el siguiente perro para partir de vacaciones, el pobre obrero pensaba en la pena del azúcar por ser siempre un segundón de cualquier plato en el que se use. ¿Por qué si hay enchiladas no hay azucaradas? Porque el transparente no es un color. Así de claro.

Una vez llegado el perro, se montó en él cuidadoso de recoger las brizas del camino antes de que termine el trayecto y no pueda pagarle al canino servidor. Sacó su periódico y lo extendió a lo ancho del perro. Mientras sentía como la humedad se acumulaba pensó:

¿Por qué tomamos un pequeño pedazo de la vida y lo retorcemos en nuestras pequeñas cabecitas hasta que llegamos a ideas que no tienen nada que ver? Malditas leyes de la conciencia. No han  hecho más que aumentar la promiscuidad de la juventud… sólo la de ellos. Eso en verdad es una atrocidad a los derechos humanos. ¿Y qué decir de las seductoras provincianas? Tres palabras y terminas más mareado que con el alcohol de seis botellas.

Agotado por el esfuerzo, pidió al perro descansar en la orilla del barranco cercano y seguir el tramo de nado por la mañana. Una vez que lo oyó dormitar, el obrero sacó una de sus famosas peras de Galicia, y luego del primer mordisco se convirtió en un sex symbol de proporciones épicas. Sabiendo lo que había en el fondo, descendió el barranco y entró al pub de moda: El legendario Miktú.

Dentro no hizo más que dar las mismas señales, dejar la posibilidad a una atracción fugaz y manoseo frenético. Pedir una noche de pasión con cargo a la tarjeta de crédito que no tenía y sostener las emociones de las víctimas que de otra manera se hubieran vuelto sus victimarias. Luego de su derroche de hedonismo amanerado, mezclado con un poco de libido acelerado y pre andropáusico regreso con el perro justo a tiempo para despertarlo y atravesar con el el río.

Al otro lado, una fogata tan alta como una columna romana incineraba lentamente sus posesiones de las que destacaban libro con títulos como “Valores” o “Escrúpulos”. El más brillante sin duda era un par al centro, titulados “Dignidad” e “Inocencia”.

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