3 de diciembre de 2007

Escapando en la azotea.

escape

Creo que es la primera vez que llego a este extremo... Ya no quiero hacer nada de lo que me piden, me vale que pase mañana u hoy en la tarde, no me importa que el mundo humano colapse en un instante. ¿Qué acaso todos dependemos de lo que a unos cuantos les interese? En política lo acepto, en economía es obvio, pero en MI VIDA, es imposible.

¿Por qué se esfuerzan en ponernos trabajos inútiles? ¿Por qué seguimos creyendo que un número puede resumir una personalidad? ¿Por qué nos cegamos pensando que un solo camino nos lleva a un sentimiento tan universal y diverso como lo es la felicidad?

Hace algunos años yo apoyaba al sistema, me gustaba la manera en que su pulcro orden daba causa y cauce a las energías y potencias de cada uno, ya fuera por invitación o por fuerza. Ahora no puedo criticar algo de manera más mordaz que la estupidez de mantener un sistema que prueba resistencia más que ingenio o creatividad.

La presión ha llegaod a un nivel tal, que la hipocresía y la trampa han salido de sus escondites para obrar con fuerza más que con precisión. Todo tan lleno de porquería, de engaño, de frivolidad... ¿Por qué lo permitimos?

Hoy llegué al límite, no puedo mantenerme así por más tiempo. La energía la tengo, la creatividad también, y talvez sobre alimentado por una mala adversidad, el espíritu de competencia arde fervientemente. ¿Pero la voluntad? Ella estaba escondida, alejada, perdida. Tarde algunos días en comprenderlo, pero es cierto estaba donde no la podía ver. En mi azotea.

Es increíble con un paisaje tan acotumbrado y familiar me pudiera devolver aquello que pensé perdido hasta dentro de un mes mas o menos. El viento, las nubes, el cielo, el sol, las aves... y yo en silencio dejandome llevar por lo etéreo del tiempo que transcurre sin importarle lo que yo haga. Así yo también, a modo de remedo, le devolví el gesto.

¡Véte! ¡Esfúmate! ¡Al fin que tu no tienes lo que yo anhelo. Así mueras o te detengas, la felicidad de simplemente existir que ahora siento, ni tú ni nadie me la pueden quitar.

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