
Después de todo la semana ha llegado a su fin. En un principio solo lo vi como una continuación de un proceso, como un paso necesario para poder desarrollar esos puntos en los que yo mismo sé que flaqueo; pero después de todo pude apreciar estos siete días como algo más que eso.
Con el paso de los primeros días me di cuenta que más allá de los conocimientos de los talleres, pude encontrar una enseñanza más grande en muchos aspectos: la facilidad que el mismo humano se ha negado para poder hacer amigos. Aún cuando realmente nadie pudo conocer a otra persona, todos éramos capaces de poder convivir como una pequeña comunidad que a pesar de sus restricciones, tenía gran independencia.
Pude distinguir que no es un idioma el que nos separa a unos de otros, sino la sensación de vulnerabilidad ante la personalidad de otra persona, que en un instante pudiera hacer añicos nuestra frágil e inocente existencia.
Pude verme a mi mismo hace algunos años y pude constatar que realmente han habido grandes cambios en mi carácter, que gracias a Dios hicieron posible que yo me atreviera a vivir esta semana y lo que es más, a no flaquear en la segunda opinión.
Entré siendo muy incapaz de conocer otras personas, pero con el verdadero anhelo de llegar a hacerlo pronto. Creo que algo muy importante para mi propio conocimiento es saber que realmente yo valoro el conocer a unas cuantas personas, pero conocerlas realmente, que conocer a montones, pero casi nada más allá del nombre y la edad.
Incluso encontré lo que no hubiera esperado encontrar aquí:Afecto. Después del tercer día, el cuatro de julio (día de la Independencia norteamericana), a la luz de los fuegos artificiales, una vida se cruzó en mi camino. En medio de la oscuridad momentánea, se revelaba para mí la verdad de las cosas. Y aunque no sé si el futuro quiera mantener el curso que ahora nos ha puesto, sé que al menos una vez en la vida, dos almas se cruzaron en el camino de vivir.
Fueron siete días de continuo cambio positivo, de aplicación de lo aprendido, de encuentro con el destino... Fueron siete días que fortalecieron la ideología de V6: Lo que das es lo que tienes.
Con el paso de los primeros días me di cuenta que más allá de los conocimientos de los talleres, pude encontrar una enseñanza más grande en muchos aspectos: la facilidad que el mismo humano se ha negado para poder hacer amigos. Aún cuando realmente nadie pudo conocer a otra persona, todos éramos capaces de poder convivir como una pequeña comunidad que a pesar de sus restricciones, tenía gran independencia.
Pude distinguir que no es un idioma el que nos separa a unos de otros, sino la sensación de vulnerabilidad ante la personalidad de otra persona, que en un instante pudiera hacer añicos nuestra frágil e inocente existencia.
Pude verme a mi mismo hace algunos años y pude constatar que realmente han habido grandes cambios en mi carácter, que gracias a Dios hicieron posible que yo me atreviera a vivir esta semana y lo que es más, a no flaquear en la segunda opinión.
Entré siendo muy incapaz de conocer otras personas, pero con el verdadero anhelo de llegar a hacerlo pronto. Creo que algo muy importante para mi propio conocimiento es saber que realmente yo valoro el conocer a unas cuantas personas, pero conocerlas realmente, que conocer a montones, pero casi nada más allá del nombre y la edad.
Incluso encontré lo que no hubiera esperado encontrar aquí:Afecto. Después del tercer día, el cuatro de julio (día de la Independencia norteamericana), a la luz de los fuegos artificiales, una vida se cruzó en mi camino. En medio de la oscuridad momentánea, se revelaba para mí la verdad de las cosas. Y aunque no sé si el futuro quiera mantener el curso que ahora nos ha puesto, sé que al menos una vez en la vida, dos almas se cruzaron en el camino de vivir.
Fueron siete días de continuo cambio positivo, de aplicación de lo aprendido, de encuentro con el destino... Fueron siete días que fortalecieron la ideología de V6: Lo que das es lo que tienes.
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